La mayoría de los seminaristas o curas que practican el abuso sexual han sido tímidos en su niñez, no manejan adecuadamente sus relaciones sociales con grupos pares y desarrollan una compulsiva tendencia sexual hacia niños más indefensos.

Así lo planteó ayer el siquiatra Luis Emilio Montalvo, quien ha trabajado desde hace décadas en la formación de seminaristas y a quien le preocupan los escándalos en los que con frecuencia se ven envueltos obispos, curas y otros religiosos. La niñez es un factor determinante en el desarrollo de las dificultades sexuales.

Sin embargo, plantea que contrario a lo que se cree, el abuso sexual no es una práctica generalizada entre clérigos y célibes, que la mayoría de los abusadores de menores están casados y podrían ser médicos, maestros, dentistas, entrenadores de gimnasia o profesores de natación. El profesional de la salud mental no está convencido de que hacer que los sacerdotes rompan sus votos de celibato y se casen elimine el problema del abuso sexual hacia niños, por lo general indefensos.

Personalidad. Se pueden identificar algunas características en la personalidad de fondo del posible abusador de menores, como el ser poco asertivos en donde pueden manifestar relaciones de poder. Estos jóvenes pueden manipular, son impulsivos, obsesionados con el tema del sexo, pero inseguros, llenos de sentimientos de inseguridad, muchos se casan encontrando una mujer fácil de conquistar y probablemente llena de inseguridades ella misma en el terreno afectivo y sexual, y llegan a tener hijos.

Sexualmente admiten una vida insatisfactoria, pero ante los menores sienten una fascinante excitación que no pueden controlar, señala el estudioso, quien es jefe de Salud Mental del Centro de Diagnóstico, Medicina Avanzada y Telemedicina (Cedimat).