Varios factores han confluido este año para que la XX Feria Internacional del Libro sea menos atractiva que otros años y el público asistente al evento haya sido muy escaso.
Aunque los primeros días de la feria suelen transcurrir sin mucha asistencia, el evento recibió poca promoción este año y las lluvias han persistido en diversos puntos del país.
A la escasa publicidad y las condiciones meteorológicas se suman dos elementos: la reducción de actividades y la eliminación de los conciertos populares.
En cuanto a organización y seguridad, la fiesta cultural es elogiada por expositores y público en general. Además, los lectores destacan la desarrabalización del entorno y la higiene dentro de la Plaza de la Cultura, lugar donde se desarrolla el evento cultural más importante del país.
A juicio de Dennis Peña, presidente de la Asociación Dominicana de Libreros y Afines (Asodolibro) y de la Cámara Dominicana del Libro, la Feria Internacional del Libro debió recibir una mayor publicidad.
Además, según él, la fiesta de la cultura debe prepararse con seis meses de anticipación, de manera que los padres puedan ahorrar con tiempo y suministrarles dinero a sus hijos para la adquisición de libros.
Peña critica que el Despacho de la Primera Dama regale fundas con dulces, cuando lo que debería hacer es regalar textos.
En tanto, la profesora Cristina Soto también subraya la escasa publicidad dada al evento. Por lo demás, está conforme con los precios y la organización.
Según ella, varios centros educativos de Villa Mella ignoraban la fecha de la fiesta cultural, razón por la que aún no han asistido.
Mientras tanto, el dueño de la “Librería El Poeta”, Radhamés Ramos, está optimista, pues espera un incremento masivo de personas y que las ventas mejoren en los próximos días.
El mismo optimismo atrapa a Pedro Hernández, propietario de “Librería Hernández”, y quien ofrece muchos textos de historia dominicana.
Radhamés Paulino, de “Librería Mercurial”, también oferta un bazar de libros nuevos y usados, incluidos clásicos nacionales y extranjeros. Así también, “Los Libros más Pequeños del Mundo” vende obras en miniatura, fáciles de llevar y muy prácticos.
Un grupo de 15 niños procedentes de Manoguayabo asistió ayer a la feria. Uno de ellos es Ashley Santana, una infante de 11 años que cursa el quinto de la primaria. Aprendió a cuidar el planeta y a promover la paz mundial.