Intitulé así este artículo el 08-07-l6, que ahora reitero mi latente preocupación en relación no solo a la construcción de las dos plantas de energía de 770 megas en Punta Catalina, provincia Peravia, sino a la elección de su matriz a carbón y la diferencia de costo entre la selección del proyecto y la diferencia en la oferta de la constructora china Gehzouba, de US$l,500 millones a US$2,500 millones.
Desde las primeras informaciones concernientes al conflictivo y sospechoso proyecto que aspira solucionar el problema energético por el que pena el país por cuatro décadas, incluyendo 16 años del PLD sin solución, igual acontece con la delincuencia, haitianización, degradación del medioambiente, corrupción impune, crecimiento del narcotráfico, fue cuestionado por las vertientes de la matriz energética a usar y por la diferencia de costos del proyecto.
El vicepresidente ejecutivo de la CDEEE, sociólogo Rubén Jiménez Bichara, ha graneado desde que se anunció el proyecto, informaciones precisando la conveniencia de las dos plantas a carbón, insistiendo que es la matriz más conveniente y económica, y que el Acuerdo de Kyoto avaló el impacto de daño medioambiental mínimo.
Empero, expertos en estos menesteres han precisado la inviabilidad de las dos premisas que Jiménez Bichara insiste son excelentes y las mejores opciones, y lo grave del caso es que habrá que esperar los resultados de ambas posiciones, una vez entren a generar energía las dos plantas.
Además, que los terrenos de Punta Catalina son propiedad del emporio Vicini, que a priori, asoma como el potencial propietario del proyecto, conociéndose que el land lord es quien fija el valor de un inmueble, que podría devenir en el dueño, trocando el valor de las tierras por acciones, un todo “incluido”, en un macuto sombrío. Esperemos, zahoríes.