Qué se dice
De Marx a Pilarín

<p><strong>Qué se dice<br/></strong>De Marx a Pilarín</p>

Quienes esperaban que en el PLD, un partido de “teóricos” y sabelotodos se produjera, a propósito de la disputa interna por la candidatura presidencial, un debate de altura, conceptuoso, en el que predominaran las ideas y las propuestas programáticas de unos y otros, han quedado decepcionados.

Lo que se ha visto hasta ahora, lamentablemente, no rebasa las consabidas descalificaciones, las amenazas veladas, los insultos disfrazados y un largo etcétera de más de lo mismo, precisamente las razones por las que la población tarde o temprano terminará abominando de nuestros políticos. Ni siquiera Roberto Rodríguez Marchena, portavoz de Danilo Medina y hombre de reconocidos vuelos retóricos, ha podido elevar el nivel de un debate falto de sustancia y argumentos, pues acaba de advertir a los reeleccionistas que sueñan como Pilarín si creen que podrán detener las aspiraciones del ex secretario de la Presidencia.

El pecado de Mazarrasa

Chauvinismos y patrioterías aparte la verdad monda y lironda es que pocos son en este país los que se atreven a negar que cualquier cuestionamiento quee se haga a la embajadora de España en el país, Almudena Mazarrasa, por sus comentarios criticando la falta de seguridad jurídica para las inversiones en República Dominicana solo pueden ser de forma y no de fondo, lo que no impidió que el presidente del Senado, Reynaldo Pared Pérez, la llamara atrevida e irresponsable. ¿Merece que se le llame atrevido e irresponsable el vice rector de la UASD, el doctor Franklyn García Fermín, por decir -palabras mas palabras menos- lo mismo? Por supuesto que no, como tampoco merece esos calificativos el diputado reformista Rafael Molina Lluberes, quien se acaba de solidarizar con las críticas públicas de la diplomática. El pecado de la Mazarrasa, vale precisarlo, ha sido ignorar los discretos canales diplomáticos para externar su queja, pero el de nuestras autoridades es todavía más censurable: pretender ignorar lo que está a la vista de todo el mundo y, como consecuencia, no mover un solo dedo para cambiar una situación que está afectando nuestra imagen como país receptor de inversiones.

Haciendo coro

Poco sentido práctico tiene iniciar una discusión sobre las supuestas o reales debilidades del Código Procesal Penal a partir de las críticas del juez de la Suprema Corte de Justicia Rafael Luciano, a las que se ha sumado de inmediato el jefe de la Policía Nacional, si esas discusiones solo se producen en los periódicos y como consecuencia del evidente recrudecimiento de la delincuencia y la criminalidad, y no porque ya estén dadas las condiciones, empezando por la voluntad política, para proceder a corregir las insuficiencias y limitaciones detectadas hasta ahora en ese instrumento jurídico. Nada indica, a pesar del ajetreo reformador que se exhibe desde el gobierno, que este sea el momento ni la oportunidad para modificar el Código Procesal Penal, aunque se hayan sumado al coro los principales representantes del Ministerio Público.

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