Que aparezca la ayuda para Haití

Que aparezca la ayuda para Haití

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Hubo una vez, cuando desaparecieron los Duvalier de su hegemonía de Haití, que las llamadas naciones amigas, Estados Unidos, Venezuela y Canadá, se comprometieron a abrir sus carteras y darle una lluvia de dinero a esa pobre nación para sacarla de su atraso, en un monto superior a los $2 mil millones de dólares. Transcurridos más de 15 años de tantas promesas, a la cual se unieron Francia e Inglaterra, esa ayuda no apareció y Haití continuó sumergiéndose en el caos y la bancarrota.

Durante ese período de promesas y falsas manifestaciones de solidaridad, solo se cumplió ver el país intervenido por una fuerza de estabilización y orden de la ONU que lograron llevar a cabo la supervisión de las elecciones del pasado 7 de febrero, en donde, para evitar un desastre humano se reconoció la victoria del candidato con mayor caudal de votos y para quien, muchos sectores norteamericanos lo ubican muy cercano a quien fuera el más controversial mandatario haitiano Jean Bertrand Aristide.

En el período transcurrido desde la salida de los Duvalier, se enmarca el suceso original de que por primera vez un presidente haitiano, René Preval pudo cumplir su mandato de 4 años, para luego entronizarse el caos, con la fiera oposición a Aristide que desataron los norteamericanos, que hasta invadieron el país para sacarlo por la fuerza con una renuncia arrancada bajo la sombra de las armas.

Los últimos 16 años han sido muy difíciles para los gobiernos dominicanos, que se han visto azotados por un fiero fuego cruzado de los gobiernos haitianos y de sus países amigos, que nos señalan como un país racista, que no permite que los vecinos pobres entren libremente a nuestro territorio, pese a que vemos el ejemplo norteamericano de construir un elevado muro de más de mil kilómetros para evitar que los mejicanos y centroamericanos ingresen ilegalmente a su territorio. Para esta isla pretenden que abramos la frontera para unificar la isla, como paso previo a futuros conflictos entre los dos países isleños y aportar la excusa de que se ponga a la isla bajo un fideicomiso, proyecto acariciado por los estrategas de las mentes sajonas y hasta de algunos países latinoamericanos.

Los dominicanos sufrimos en carne propia los avatares haitianos y su estado de ingobernabilidad, ya que la migración de nacionales de ese país es muy abundante, ya que es una mano de obra necesaria para muchas actividades locales, y que sin ella, se dificultaría la ejecución de las mismas. Ahora, con la asunción de un gobierno electo mayoritariamente por el pueblo, se abren las posibilidades de un mejor entendimiento, ya que sin derribar la frontera pero sin vacilaciones, los dominicanos, necesariamente debemos respaldar los esfuerzos del presidente Preval para frenar el caos y equilibrar a Haití y salvarlo. Preval deberá colocarlo en un sendero de desarrollo, que los dominicanos debemos ser los que contribuyamos con un mayor esfuerzo y respaldo para derribar tantos escollos que mantienen a Haití lastrado en la pobreza y en la ignorancia.

Ha llegado la hora, de que los países que se dieron golpes en el pecho con la ayuda prometida a Haití, que abran sus carteras y derramen esa asistencia tantas veces prometidas y otras tantas ignoradas, tan esencial para frenar el deterioro de la vida de un pueblo sufrido y hambriento. Luego, consolidar un proyecto de desarrollo que estabilice esa nación, que a principios del siglo XIX, era la colonia más rica del hemisferio, que vertía todas sus riquezas en las arcas de Francia, en momentos que Napoleón se enseñoreaba por toda Europa como el máximo emperador.

Para los dominicanos, la suerte de Haití, esta íntimamente ligada al futuro nuestro. Mientras más rápido se recupere esa nación de su postración y atraso, más seguridades tendría la vida dominicana de una mayor estabilidad, no obstante conocer de antemano que la mano de obra de los vecinos occidentales de la isla, será necesaria en momentos que el país se debate con su ingreso al CAFTA-DR donde tendrá que competir con países que tienen un mayor grado de tecnología.

Así mismo, esos países del libre comercio regional tienen códigos tributarios que no penalizan tanto a los que producen riquezas como ocurre localmente. El fisco ve en cada empresario un evasor, o un rico que debe ser castigado ya que el arrastre populista, o los orígenes humildes de muchos funcionarios de los pasados y presentes gobiernos, los lleva a tener una mente estrecha y muy fiscalista para castigar a quienes los responsabilizan de sus pobrezas o hasta de sus orígenes. Entonces eso contribuye a que el país no ha podido ensamblar una política de relaciones estrechas y fundamentales con Haití. Todo se deja el emocionante del momento o al que dirán de otras naciones.

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