Qué pasa en el PRD?

Qué pasa en el  PRD?

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Un partido de la enorme tradición democrática del PRD experimenta un proceso de involución, tanto en el orden electoral e ideológico, que se explica desde la desaparición física del líder histórico, la administración 2000-2004 y el asalto de la franja conservadora a la dirección institucional. Esos tres ejes, junto a otros de menor importancia, podrían establecer las bases de una interpretación objetiva de un sentimiento insertado por 75 años en el alma nacional.

Lo que hoy acontece comenzó cuando las reglas internas postergaron la escuela de cuadros y todo el proceso formativo para darle paso al vendaval de aspiraciones impulsadas por las tendencias que amaban los resultados y sus exponentes, sin importar condiciones ni las calidades. Así nació un modelo partidario distante del sentido histórico y desdeñoso de los aspectos éticos y sociales que dieron razón de ser al instrumento en capacidad de darle contenido y perspectivas de poder a una organización capaz de aglutinar a los sectores excluidos de la sociedad.

La expresión electoral que acogió a los hijos de machepa y tutumpotes hizo del marginal la fuente de su crecimiento y adquirió mayor dimensión en la medida que sectores democráticos y empresarios adversos a la tiranía y sus remanentes decidieron involucrarse en las luchas políticas después de mayo de 1961. Antes, ese sentimiento de indignación que por tres décadas redujo la condición ciudadana se mantuvo en silencio, corrió al exilio, resistió en la cárcel o lo mataron.

Algo que explica los niveles de resistencia al PRD y su primera administración tras la victoria de diciembre del 1962 es el forcejeo con los sectores empresariales que dieron su colaboración a los mítines de reafirmación cristiana como caldo de cultivo del derrocamiento y colocaron a reconocidos exponentes de su sector en los experimentos anti-democráticos surgido después de septiembre de 1963. Estaba claro que las fuerzas capaces de tolerar la victoria de Juan Bosch fueron las mismas promotoras de su salida del poder porque la ruptura en los órdenes sociales y políticos representados durante siete meses impedía privilegios irritantes a los aspirantes a sustituir a los detentadores de la gracia del poder entre 1930-1961. Frank Moya, lo explica a la perfección en su obra Empresarios en Conflicto.

En ese interregno de prejuicios producto de la guerra fría, los sectores conservadores del país asociaban al PRD con el comunismo. Distorsión vil, pero activada con el objetivo de levantar toda clase de prejuicios contra una fuerza popular que, a partir de 1973, tendría como líder indiscutido a un dirigente negro, vinculado a los sectores populares y al pensamiento liberal.

Una parte importante de los dirigentes que ocuparon los espacios institucionales y organizaron aspiraciones presidenciales no tienen sentido del compromiso histórico de lo que representa el PRD. Aspiran y utilizan la organización para metas personales. Ahora bien, desde mayo de 1998, cuando muere José Francisco Peña Gómez nunca el partido blanco había estado en manos tan disolutas, distorsionadoras del legado partidario, adictas a un ejercicio amante del dinero y arquitectos de acciones sediciosas en procura de derrotas electorales a cambio de la preservación de las siglas.

Al PRD hay que reformularlo desde la crítica. Acaso, callarme no sería un acto de complicidad?

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