¿Qué puede esperarse de la economía dominicana en 2004?

¿Qué puede esperarse de la economía dominicana en 2004?

Al parecer, 2003 será otro año perdido en materia de crecimiento económico, no sólo para la República Dominicana, sino también para buena parte de las economías del mundo. Aún así, la gran discusión entre ortodoxos y heterodoxos de la política económica se centra en el mediano plazo (fines de 2004) cuando, para los más conservadores, se acabaría el espacio para la actual política de contracción de demanda. Por eso, desde la economía política, 2004 es un año con elecciones nacionales, con todo lo que ello implica para la posibilidad de avanzar en reformas de fondo.

No obstante, se espera que 2004 sea un buen año para el crecimiento mundial. Es una excelente oportunidad para la economía dominicana, en un momento en el que la demanda interna se mantiene bajo freno. Las cifras de la economía global son alentadoras. Por primera vez en dos largos años, hay indicios de que la economía de Estados Unidos, la más grande del mundo, estaría entrando en una fase de crecimiento sostenido. Las empresas vuelven a invertir y la confianza de los empresarios está regresando. Estas dos señales son muy importantes, pues Estados Unidos no podía volver a tener un crecimiento importante mientras el único motor de su economía siguiera siendo el consumo de los hogares, como ocurrió durante los dos últimos años. El regreso de la confianza empresarial ha sido la señal crítica esperada por los analistas y economistas desde cuando empezó la recesión económica en el año 2001.

[b]LA ECONOMÍA MUNDIAL EN 2004[/b]

De acuerdo a las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), los principales motores del crecimiento mundial presentarán una magra recuperación en 2003; Estados Unidos registrará una variación porcentual anual de 2.6%, Alemania alrededor del 0.2%, mientras que Japón podría crecer a una tasa de 2%. No obstante, estimulado por el crecimiento de la economía estadounidense (3.9%) se prevé que el crecimiento económico global se relanzará en 2004, pero en forma desigual. El FMI considera que la economía global está al borde de su crecimiento mayor desde la recesión de 2001, aunque obstaculizado por problemas de difícil solución tales como el déficit de cuenta corriente estadounidense y la volatilidad de la tasa de cambio del dólar.

El Fondo proyecta un crecimiento global del 4.1% en 2004, comparado con el 3.2% en 2003. Por su parte, el Banco Mundial vaticinó que la perspectiva global mejorará en los países en desarrollo, con un crecimiento proyectado del 4.9% en 2004, en tanto los países industrializados crecieron en un 2.5%. Estas perspectivas tan optimistas se deben a los esfuerzos de los gobiernos por frenar los gastos, contener la inflación y liberar el comercio.

La economía de EEUU crecerá a su ritmo más alto de las últimas dos décadas en 2004, pero no conseguirá absorber a todos los que perdieron su empleo desde que George W. Bush asumió la presidencia, según el informe «Perspectivas» de la Asociación Nacional de Economía de Negocios, que augura un crecimiento de 3% en 2003 y 4.5% en 2004.

La expansión económica estadounidense reducirá el desempleo del 6 al 5.8% en 2004, al crear 1.3 millones de trabajos, una cifra que no alcanzará los 2.3 millones perdidos desde enero de 2001. Por ello, el sector laboral es una de las amenazas principales para la economía, puesto que un menor empleo podría frenar el consumo, que acapara dos tercios de la actividad económica del país. Otra amenaza a la economía y a la confianza de los consumidores y los empresarios serían posibles atentados terroristas en EEUU o una guerra en Oriente Medio. No obstante, las importaciones crecerán a un ritmo incluso mayor que las ventas al extranjero, con lo que el déficit comercial de EEUU alcanzará el nivel récord de 545,000 millones de dólares en 2004, mientras que este año será de 525,000 millones. Los economistas de la Asociación opinan que la reducción de impuestos impulsada por Bush ha aumentado el consumo. Sin embargo, estos recortes tributarios contribuirán a un déficit fiscal de 463,000 millones de dólares durante el año fiscal 2004, comparado con el agujero de 374,000 millones registrado en 2003.

En cuanto a Europa, cuando fue lanzado el euro en 2001 sus dirigentes pronosticaban que en diez años habría tasas de crecimiento de 3%, no vistas desde los años 70. El número de personas empleadas se incrementaría en 10%, en medio de un aumento de la innovación tecnológica y la productividad. Europa sería la economía más dinámica del planeta. Pero nada de esto está pasando y la economía de la Unión Europea sigue rezagada frente a la de Estados Unidos, como lo ha estado en las dos últimas décadas. Hay, sin embargo, señales positivas. Por primera vez, los europeos se están dando cuenta de que tienen que reaccionar y hacer las reformas que les permitan volver a crecer. Es la única manera de competir, no sólo con Estados Unidos, sino con China, que se ha convertido en el gran reto para todas las economías del mundo. No debería sorprender que los países que han crecido, como Finlandia, Irlanda y España, sean los que han implementado políticas que favorecen el crecimiento. Incluso en el corazón de la zona euro, en Italia, Francia y Alemania, están empezando a reducir los impuestos, reformando los sistemas de pensiones para estimular a las personas a que trabajen más, no menos, y están recortando los beneficios de desempleo. Por ello, se prevé un crecimiento en 2004 de 1.9% en la zona euro y de 2% en la Unión Europea, lo cual es bueno si se tiene en cuenta que en 2003 no hubo crecimiento.

En América Latina el FMI prevé que el crecimiento se triplicará, del 1.1% en 2003 al 3.6% en el 2004. Así, por primera vez desde 1997, no se proyecta un crecimiento negativo en ninguna economía latinoamericana en 2004. Las mayores economías de la región, Brasil y México, finalizarían 2003 con modestas expansiones de 1.5%, pero con un mejor desempeño para 2004. Así, Brasil crecería un 3.0% y México, un 3.5%. Argentina presentó este año una marcada reactivación del 5.5%, después de una retracción de 10.9% en 2002. Chile, Costa Rica, Colombia y Perú registraron tasas de crecimiento superiores al 3%, y Venezuela se contrajo un 9,5%, tras una baja similar en 2002. En las demás economías el dinamismo fue escaso y se reflejó en cifras en torno al 2%. En todo caso, la recuperación aún es insuficiente para revertir el estancamiento de los últimos años, y el producto por habitante es un 1.5% inferior al nivel de 1997.

[b]EL FUTURO DOMINICANO[/b]

La economía dominicana presenta un crecimiento negativo de 3.0% en 2003, por quiebras bancarias, inestabilidad cambiaria y aumento en los precios, estimado entre 35 y 40%. Por eso, el reciente acuerdo standby con el FMI permitió revisar las metas del Programa Monetario y Financiero pudiendo prever una tasa de crecimiento del PIB prácticamente nula para el año. De darse un aumento en la predicción obedecerá necesariamente a una mejoría en la demanda doméstica y en el nivel de las exportaciones. La inflación de 2004 posiblemente superará la meta del Banco Central al contar con un periodo de elecciones nacionales. Posiblemente es de esperar un crecimiento del índice de precios al consumidor cercano a 20%.

Para la República Dominicana, la mejora en las perspectivas económicas del mundo es fundamental. El país fue tercero en el ranking de exportaciones de la región en 2003 con un crecimiento de 8.6%, por debajo de Costa Rica, con 18.02%, y Honduras; 10.4%. Esta fuente de dinamismo económico adquiere importancia crítica, justo cuando la reforma tributaria podría poner un freno al crecimiento económico interno. El hecho de que sea Estados Unidos el país que está impulsando nuevamente el crecimiento mundial es bastante alentador, pues de nuestras exportaciones más del 50% tiene como destino ese mercado. Sin embargo, para que haya posibilidades de un crecimiento sostenido, es indispensable que crezca la inversión. Y la inversión responde si hay políticas y condiciones favorables. En 2003 la Inversión Bruta Interna representó 28% del PBI, dentro de la cual, la inversión privada aportó un tercio del crecimiento de la economía.

Las razones que fomentan el riesgo son las presiones a la suba de los salarios, que vienen muy retrasados, el aumento que se espera en las tarifas y la ampliación de la base monetaria. La base monetaria ampliada es un 15% del PBI, niveles sólo alcanzados a inicios de los años setenta. Aunque con moderación, la vuelta del crédito al sector privado marcará otra diferencia entre 2003 y 2004. Igualmente, la aprobación de la reforma fiscal por el Congreso y las formas de retomar la discusión de los cambios en materia financiera serán los temas de mayor importancia para el sector bancario en este ano. Pero, para mejorar el desempeño en el sistema bancario será necesario mantener la estabilidad económica. Para ello, se deberá disminuir el déficit fiscal y las pérdidas del Banco Central. Con esas medidas se ayudaría a disminuir la presión existente sobre las tasas de interés (al alza) y en el nivel de precios (inflación). Con tasas de interés más bajas, un mayor número de personas y empresas podrían acceder a más créditos, lo cual impulsaría la economía. A su vez, el interés bajo incentivaría a los bancos para ser más competitivos.

La mayoría de los economistas menciona, por razones distintas, el frente fiscal como el principal riesgo para la economía en 2004. El resultado financiero de la gestión gubernamental mostró niveles de déficit que en su mayoría, muestran el esfuerzo por reducir las presiones de demanda interna e insostenibilidad en la deuda pública que estas variables pudiesen generar. La mayoría coincide en la necesidad de conservar una severa disciplina fiscal y continuar con el ajuste de las finanzas públicas. Así, la solución al problema fiscal requerirá un balance muy preciso. Si el gobierno opta por corregir el déficit con aumentos fuertes de impuestos, podría generar un aumento exagerado de la carga tributaria que entorpecería el crecimiento al reducir el consumo y la inversión privada. Si en vez de recortar gastos, cede a la tentación de reducir exageradamente sus programas de inversión para cerrar la brecha fiscal, también afectaría el crecimiento.

El autor es economista y profesor universitario.

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