QUÉ SE DICE

QUÉ SE DICE

CLAUDIO ACOSTA
c.acosta@hoy.com.do
Los vigilantes.  Cuentan los diarios que en la comunidad de Licey al Medio, en Santiago, comerciantes, empresarios y líderes comunitarios  se pusieron de acuerdo para crear   su propio cuerpo de vigilancia, ante el imparable auge de la delincuencia.

 La muerte del comerciante Elvis Mañón Alba, asesinado por varios delincuentes que intentaron atracarlo en su negocio, fue la gota que derramó la paciencia de la atribulada comunidad, donde se han producido 52 robos y asaltos en las últimas dos semanas. ¿Por qué no piden auxilio a la Policía Nacional? Porque la consideran  parte del problema que los mantiene al borde de la desesperación, sea porque no hacen nada por frenar la ola de robos y asaltos o porque –peor todavía– se han convertido en sus cómplices. Aunque se explique y se entienda, dadas las circunstancias, las razones para tomar la decisión que han tomado, lo que acaba de hacer la gente  de Licey al Medio es contrario a nuestras leyes, además de que entraña serios riesgos para personas que no han sido entrenadas para una tarea tan peligrosa.  Hay que suponer que un hombre que está en su asunto como el jefe de la Policía ya tomó nota de lo que ocurre, o pudiera ocurrir, en esa productiva comunidad cibaeña y ha dispuesto los correctivos de lugar, pues bajo ninguna circunstancia debe consentirse que la ciudadanía suplante a la institución del orden.

Recordatorio.  Jhon P. Walters, director de la Oficina de Política para el Control de Drogas de la Casa Blanca, aprovechó su visita al país para recordarle a las autoridades dominicanas que su gobierno se opone a la aprobación de una ley en manos del Congreso Nacional que autorizaría el derribo de aviones que se sospeche dedicados a actividades del narcotráfico, dado los serios riesgos que entraña. “La decisión de atacar una aeronave que no esté armada es una decisión que nadie quiere tomar y que la mayoría de las naciones, incluso bajo tratado,   debe evitar”. Quien así habla lo hace en nombre del país más belicoso y guerrerista del planeta, pero  su prudencia en este caso contrasta notoriamente con la ligereza conque por aquí se habla, en nombre de la mentada soberanía y la guerra al narcotráfico, de la posibilidad de tumbar aviones como si se tratara de  chichiguas.

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