Transparencia.- Como unas van de cal y otras de arena quiero aprovechar este espacio para felicitar al Consejo Superior Policial, empezando por el jefe de la Policía Nacional, el mayor general José Armando Polanco Gómez, por atreverse a exponer públicamente los trapos sucios de la institución, que ayer anunció la cancelación y retiro forzoso de 24 de sus miembros, oficiales superiores incluidos, por faltas disciplinarias graves en el desempeño de sus funciones y violaciones flagrantes a las leyes y la Constitución.
La nota en la que se divulgó a los medios de comunicación la decisión de expulsar las manzanas podridas de las filas policiales expone en detalles las razones de la expulsión de todos y cada uno, lo que la convierte en un documento ilustrativo de los niveles de descomposición interna de la llamada institución del orden.
Entre los separados figuran agentes que, aprovechándose de su investidura y su autoridad, se prestaron para ofrecer protección a las actividades del narcotráfico, otros por estafa, por alquilar sus armas de reglamento a los delincuentes, pero también por vender vehículos robados, disparar sin ninguna justificación contra ciudadanos detenidos y extorsionar a haitianos ilegales, entre otras diabluras. Se ha criticado el hecho de que no obstante la gravedad de los delitos cometidos por la mayoría de esos agentes solo a un pequeño grupo se les enviara a la justicia ordinaria, pues es muy probable que muchos de ellos, que ya le cogieron el gusto al dinero fácil que se obtiene al margen de la ley, continúen en sus andanzas delictivas. Pero hay que admitir que se trata de un gesto de transparencia poco usual en una institución que todavía conserva sus rasgos autoritarios, por lo menos en lo que se produce la cacareada reforma que no acaba de llegar.