Qué se dice

Qué se dice

Claudio Acosta

Bebiembre.-  Pasaba con los fuegos artificiales, hasta que los prohibieron definitivamente y ya casi nadie los echa de menos. Pero todavía ocurre con las famosas teleras, por lo que cada año, cuando asoma diciembre, no falta nunca en los periódicos  la cantaleta de los dueños de panaderías advirtiendo que, debido a los altos costos de la harina, la energía eléctrica y un largo etcétera de dificultades económicas y financieras las teleras  no podrán estar presentes en la cena de Nochebuena. Pero siempre ocurre el milagro, supongo que navideño, y las benditas teleras, a pesar de los pronósticos  negativos y pesimistas, siempre aparecen.  Y por el mismo camino va el tema de las restricciones a la venta de bebidas alcohólicas en “tiempos pascueros”, con dos bandos claramente diferenciados: los que abogan porque esas restricciones se mantengan para evitar la ocurrencia de  accidentes y tragedias  que siempre acompañan el consumo irresponsable de alcohol, que este año encabezan la Organización Panamericana de la Saud (OPS) y el Ministerio de Salud Pública, y los que quieren que se  permita beber “hasta la amanezca”;  dueños de colmadones, asociaciones de empresas fabricantes y comercializadoras  de  bebidas  alcohólicas, de restaurantes, bares y discotecas, entre otros, sin dejar de mencionar  a sus habituales clientes y consumidores, que en esa época del año se multiplican permitiéndoles  hacer su agosto en diciembre. José Ramon Fadul, Ministro de Interior  y Policía, ha prometido  escuchar a  todas las campanas para  tomar una decisión “de consenso”, pero todos sabemos que eso es imposible tratándose de  posiciones tan antagónicas. Como también sabemos, porque ya pasó el año pasado y también el anterior, que ese “consenso” finalmente se inclinará por seguir honrando la “tradición”  de permitir que en diciembre  la gente se vaya de boca consumiendo alcohol a cualquier hora sin reparar en las consecuencias.

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