Qué se dice

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Claudio Acosta.

SOS de una escuela.- Durante su comparecencia, la pasada semana, al Almuerzo Semanal del Grupo de Comunicaciones Corripio, el ministro de Educación, Carlos Amarante Baret, reconoció que no existen suficientes Policías Escolares (el Ministerio apenas cuenta con 1,200) para garantizar la seguridad de las escuelas, aunque señaló también que para suplir esa deficiencia se trabaja en el entrenamiento de 800 nuevos miembros que se espera empiecen a trabajar este mismo año. Es evidente que el problema de la violencia que genera la delincuencia y la criminalidad ha desbordado la capacidad de previsión de las autoridades, que ciertamente han hecho muy poco por enfrentar un problema que viene creciendo y expresándose delante de sus propias narices, pues como bien señalaba el ministro en ese encuentro, “las escuelas están en nuestros barrios y allí están los problemas que generan la desigualdad y la exclusión social”. Pero también lo es que la situación por la que están pasando algunas escuelas no puede esperar ni siquiera a que estén disponibles los “refuerzos” de la Policía Escolar que anunció Amarante Baret, y mucho menos a que los que gobiernan y gobernarán este país digno de mejor suerte resuelvan el problema de la desigualdad y la exclusión social que, por lo que se ve, nos compañarán durante mucho tiempo. Es el caso de la escuela Carmen Celia Balaguer, en Los Multifamiliares de Los Alcarrizos, donde desafiantes y violentas bandas de delincuentes adolescentes se han apoderado prácticamente del plantel, según denuncia de su directora, la profesora Nancy Martínez, como reseña un amplio reportaje publicado por este diario el día de ayer. Es probable que en un país acosado por la violencia por sus cuatro puntos cardinales haya otras escuelas en igual o peor situación que la Carmen Celia Balaguer, pero sería una inconsecuencia —para no decir otra cosa– de las autoridades educativas no atender su llamada de auxilio.

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