Si esta fuera una democracia de verdad, con una oposición verdadera, la publicación del informe elaborado por el Departamento Informático de la JCE sobre los equipos adquiridos para los pasados comicios, donde se señala que la empresa Indra Sistema tuvo el control absoluto del procesamiento de los resultados de los colegios electorales, que luego retransmitía a los servidores del organismo electoral, hubiera provocado un terremoto político con consecuencias sobre la credibilidad del proceso y la legitimidad de las autoridades electas. Y ocurrió así, según el informe, a pesar de la oposición de los propios informáticos del organismo electoral, que nada pudieron hacer para impedir que el poder omnímodo que gobernaba en la JCE impusiera sus designios, que a juzgar por el tollo en el que desembocó su invento no eran claros ni santos. Se impuso, contra todas las advertencias, la improvisación, por lo que cerca de la mitad de los 15,339 colegios electorales tuvieron que ser procesados de manera manual debido a que fallaron los equipos electrónicos de transmisión de resultados. Equipos que, en su conjunto, costaron 39.7 millones de dólares, que para colmo tampoco podrán utilizarse en las próximas elecciones y probablemente nunca jamás, por lo que puede afirmarse, sin que suene a exageración, que ese dinero se tiró a la basura. ¿Y saben lo peor? Que en la basura se quedará (por supuesto, la JCE tendrá que pagar la deuda en la que incurrió para comprarlos), como tampoco habrá consecuencias para el responsable del dispendio, a quien solo le basta con ordenarle a su secretaria que no le pase llamadas de periodistas para librarse del problema. Muy distintas fueran las cosas si, como dije al principio, esto fuera una democracia de verdad, con una verdadera oposición, pero para eso falta tanto que de tan solo pensarlo dan ganas de coger la primera yola que salga para cualquier parte.