La Mesa Nacional para las Migraciones y Refugiados pidió a los representantes locales de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) y el Alto Comisionado para los Derechos de los Refugiados (ACNUR) poner mayor atención a la situación por la que atraviesan miles de venezolanos que llegan a la República Dominicana huyéndole a la crisis de su país, por los que –según la entidad– no han mostrado ningún interés ni preocupación. William Charpantier, su coordinador nacional, denunció que muchos venezolanos son además víctimas de extorsión por parte de agentes de Migración y la Policía Nacional, que los despojan de los pocos recursos que logran obtener chiripeando en arterias comerciales como la Duarte y la José Martí, entre otras. Pero no solo desalmados Policías y agentes de Migración se aprovechan de su indefensión y desamparo, como revela el estremecedor relato de una muchacha que denunció que fue abusada sexualmente por ocho hombres. Ocurrió hace unos días en Licey al Medio, en Santiago, donde sus agresores la secuestraron y la llevaron a un solar baldío donde la violaron, golpearon, le quitaron el poco dinero que tenía y le dieron varias puñaladas. La muchacha, que no quiso ofrecer su nombre ni mostrar su cara (dice que puede identificar a dos de sus agresores), pidió a la embajada de Venezuela que la ayude a regresar a casa, pues sus atacantes la amenazaron con matarla si los denunciaba. Uno se imagina que después de ver y escuchar su testimonio, que difundieron los principales noticieros, las autoridades iniciaron de inmediato la persecución de los agresores para apresarlos y someterlos a la justicia. La queja de Charpantier de que ni el ACNUR ni la OIM se interesan por la suerte de esos inmigrantes tendrán que responderla sus representantes locales, que tienen ahí la oportunidad de desmentir las acusaciones de que solo les interesa la suerte de los haitianos que nos quieren meter por ojo, boca y nariz.