Ya son 16, y contando, los muertos por ingerir clerén contaminado con metanol, un “brote tóxico”, como lo definió el Ministerio de Salud, que tuvo su origen en la comunidad de Pedro Santana, en la provincia Independencia. El brote, que afectó al menos a 33 personas, obligó a las autoridades a emitir un alerta epidemiológica extensiva a todo el territorio nacional, pero también ha colocado a esa bebida de fabricación artesanal, la más popular en el vecino Haití, en el centro de la opinión pública, despertando el interés de los medios de comunicación. Gracias a ese interés sabemos que el clerén o klerén también se conoce como triculí, que se fabrica a partir del jugo de la caña de azúcar sin ningún tipo de regulación ni control sanitario, y que su popularidad cruzó hace tiempo para este lado de la frontera, a tal punto que en muchos colmados del país se puede obtener una “recarga” de clerén por tan solo RD$30 ó RD$40. Es precisamente debido a su popularidad y accesibilidad que la ministra de Salud, Altagracia Guzmán, está exhortando a la población a no consumir esa o cualquier otra bebida artesanal, mientras coordina acciones con las autoridades haitianas para tratar de evitar que continúe su comercialización. Una tarea que tendrá sus dificultades “naturales”, empezando por la complicidad de las autoridades que de este y aquel lado de la frontera deberían impedir su trasiego, sin olvidar que el clerén también se fabrica en territorio dominicano, en pequeñas destilerías fáciles de armar y desarmar. Aunque, a decir verdad, el mayor disuasivo para los que gustan de esa bebida deberían ser esos 16 muertos, y contando, que de seguro harán descender de manera significativa su consumo y fabricación. Pero conociéndonos como nos conocemos eso solo durará el tiempo necesario para olvidarse de que el clerén a veces mata, y vuelvan a servirlo en los velorios como si fuera café. Aunque se queje nuevamente, con la misma impotencia de ayer, la Ministra de Salud.