“Quien asume la Presidencia de la República pasa a controlar los organismos del PLD”. A estas alturas esa expresión puede considerarse un axioma que no necesita demostración, de lo que puede dar fe el expresidente Leonel Fernández, pero Radhamés Segura, miembro del Comité Político, dice que solo describe una realidad que los peledeístas tienen que aceptar y de hecho aceptan, como evidencia la actual correlación de fuerzas entre danilistas y leonelistas en los organismos de dirección. Esa realidad que describe con pesar el exadministrador de la CDEEE es lo que hace más enconada y virulenta la lucha por el control del poder, cuya antesala, en el presente escenario, es la candidatura presidencial del 2020, que primero tiene que superar el empantanado debate por las primarias abiertas o cerradas que ha colocado a unos y otros en extremos tan opuestos y distantes que parecen posiciones irreconciliables. Esa lucha feroz por el poder y el control del PLD tiene todo el potencial para destruir la unidad del partido y precipitar una crisis de la que todos se arrepentirían, una preocupación que Segura comparte con una lista de dirigentes peledeístas, cada vez más extensa, que también se han pronunciado públicamente, muchos de ellos reclamando a sus compañeros prudencia y contención. Contención y prudencia que se han impuesto, de la mano del “espíritu navideño”, en estos días finales del 2017, abriendo una tregua oportuna y necesaria que unos y otros deberían aprovechar para decidir si vale la pena continuar en el 2018 enzarzados en una lucha por el poder que, paradójicamente, es también la manera más fácil, rápida y segura de perderlo.