El Director de la Policía, el mayor general Ney Aldrin Bautista, acaba de declararle la guerra a los delincuentes que en horas de la noche y la madrugada agreden vehículos en la autopista Las Américas para luego asaltar a sus ocupantes. Por eso ordenó aumentar el patrullaje en la zona, anunció el incremento del número de agentes que prestan servicio en los destacamentos de Boca Chica y La Caleta, y dispuso la entrega de mas motocicletas para garantizar su movilidad y rápido desplazamiento. Lo deseable es que esa guerra avisada sirva por lo menos para espantar a los vándalos que lanzan piedras y otros objetos a los automovilistas que se desplazan por esa autopista, que ojalá permita también, si no es mucho pedir, apresar a los agresores y someterlos a la justicia. Si algo así ocurriera, si las medidas anunciadas por el Director de la Policía duran lo suficiente como para ponerle fin a esa práctica bárbara y criminal, le estaríamos agradecidos. Pero mas agradecidos estaríamos si no hubiera sido necesario que un periódico alertara sobre la magnitud y gravedad de esas agresiones indiscriminadas para que se decidiera incrementar el patrullaje y la vigilancia en la zona, pues le habría ahorrado el sobresalto a las víctimas, y a las compañías de seguros los recursos que han tenido que desembolsar a sus clientes para reparar los daños sufridos por sus vehículos. Y es que necesitamos una Policía verdaderamente preventiva, que ponga mas empeño en evitar los delitos que en perseguir o darle pa´ bajo a sus perpetradores. Pero ese es un lujo que parece estar fuera de nuestro alcance, como lo evidencia el hecho de que sus miembros siguen mostrándose incapaces de cumplir los mas elementales protocolos que norman su comportamiento como agentes del orden público.