Dominicanos residentes en Nueva York están “como el diablo” con el ministro de Cultura, Eduardo Selman, porque éste supuestamente se negó a contribuir con el proyecto del folklorista santiaguero Isaac Amaro de construir la güira más grande del mundo, con lo que piensa entrar al libro Guinnes y enaltecer nuestros valores culturales. Una crónica del corresponsal de El Nacional Ramón Mercedes reseña que Miguel Farías, excomisionado de Cultura en esa urbe, condenó la negativa de Selman, pues a su juicio la güira es un instrumento del merengue, y por lo mismo “parte de la identidad de la cultura dominicana que se manifiesta en los corazones de los quisqueyanos”. Elida Almonte, líder comunitaria, también criticó al ministro de Cultura, lamentando que se le negara apoyo a un gestor cultural como Amaro, que solo pretendía poner en alto los valores de la comunidad. La crónica periodística no incluye la versión del ministro, lo que hubiera permitido conocer los motivos por los cuales se negó a respaldar la iniciativa del conocido folklorista. Pero tal vez no haga falta, ni sea tan difícil encontrarle explicación al poco entusiasmo mostrado por el funcionario ante la idea de construir una güira gigantesca, siendo como es un boschista de la llamada vieja guardia. Porque, si acaso lo habían olvidado peledeístas y no peledeístas, el profesor Juan Bosch provocó gran revuelo y encendidos debates cuando proclamó, en uno de sus típicos arranques, que el güirero no es músico. Por supuesto, no tengo la forma de demostrar que esa es la razón, pero sospecho que si Amaro hubiera propuesto, para ingresar al libro Guinnes, construir una tambora, con todo y palito, del tamaño de la Estatua de la Libertad, tal vez a esta hora estarían ya construyéndola gracias al apoyo entusiasta y generoso del “superior Gobierno”, siempre dispuesto a promover los auténticos valores de la cultura dominicana. ¿Comprende?