¡Como cambian los tiempos! En otra época hubiera sido impensable el tirijala público (trapos sucios incluidos) entre el padre Rogelio Cruz, el cura que mas rinde de este país, y su superior jerárquico de la orden de los salesianos. Rogelio se ha convertido en estos días en protagonista de las primeras planas de los periódicos, pero no por su intensa labor social “al servicio de los que menos tienen” sino porque, según una publicación del Listín Diario, tiene un hijo biológico, lo que el sacerdote, quien dice estar dispuesto a someterse a una prueba de paternidad, ha negado de manera tajante. Y como nadie puede esperar que un hombre hiperactivo y sin pelos en la lengua se quede callado ante una acusación tan grave, dirigida a destruir su credibilidad, ha contraatacado señalando que todo lo que se ha publicado es parte de una trama “para sacarlo de las calles” dirigida por un superior jerárquico, de quien dijo puede demostrar que sí ha cometido “cosas indebidas”, a propósito de hijos, mujeres embarazadas y abortos. El contraataque de Rogelio dirige la atención de los medios hacia el Inspector de los salesianos, Francisco Batista, o en su defecto hacia su vocero, el padre Luis Rosario, que deberán decidir si continúan con la polémica pública aireando trapos sucios. A estas alturas de sus andanzas estamos conscientes de que mas temprano que tarde Rogelio Cruz será sacado, porque se trata de la crónica de una expulsión anunciada, de la orden religiosa a la que le ha dado tanta carpeta, pero talvez no fue buena idea que para sacarlo por la puerta de atrás le armaran un expediente, pues una iglesia que tiene el techo de cristal no debería exponerse a que nos lo recuerde con dos peñones el cura que mas rinde de este país, y quién sabe si también de la bolita del mundo.