“Si imponen las primarias abiertas, será de manera forzada”. Es evidente que  el expresidente Leonel Fernández está convencido de que los promotores  de las primarias abiertas y simultáneas no cuentan con los votos suficientes en la Cámara de Diputados, lo que explica que se atreva a  decir que solo la imposición, producto de las malas artes legislativas, conseguiría hacerla aprobar. Pero si algo así llegara a ocurrir  “habrán vencido pero no convencido”, según las declaraciones que ofreció  durante su  reciente visita a Nueva York el presidente del PLD, quien a pesar de que mantiene el discurso de que ese partido no se va a dividir  como consecuencia de las “discrepancias” en torno a las primarias, sabe perfectamente, porque lo ha sufrido en carne propia, que el poder cae con frecuencia en la tentación de imponer sus razones (o sinrazones), sobre todo cuando de lo que se trata es de mantener el control de ese mismo poder. También sabe Leonel que en estos momentos el discurso más inteligente y políticamente correcto es el de la unidad partidaria, pues así coloca a sus adversarios internos, en este caso los promotores de las primarias abiertas,  los mismos que tras bambalinas alientan la reelección del presidente Danilo Medina, del mismo lado de los enemigos del PLD y su permanencia en el poder, al que ningún peledeísta, sea danilista o leonelista, quiere renunciar o verse forzado a abandonar. Desde luego, sus habilidades retóricas y su reconocida capacidad  para conceptualizar no le garantizan, necesariamente, que le ganará esa batalla al poder que ya impuso las primarias abiertas en el Senado de la República. Pero al menos tendrá, aunque no  sea suficiente consuelo, la mejor de las excusas para justificar la derrota: lo venció el Estado.