Tiene razón Servio Tulio Castaños Guzmán, el de Finjus, cuando afirma que la comunidad internacional ha dejado solo al país en la búsqueda de una solución a la entrada masiva de haitianos a territorio dominicano, que en estos días vuelve a cobrar actualidad reciclando históricos enconos y patológicos miedos que, al parecer, nunca serán superados. Pero eso no tiene porqué ser algo malo, como parece sugerir, pues nos dejan las manos libres para hacer cumplir nuestra ley de Migración, que en el caso que nos ocupa basta con sellar la frontera y sacar a los haitianos que no puedan demostrar su estancia legal en el país, sin que eso implique que se cometan atropellos o se violen los sagrados derechos humanos (amén) de los deportados. Tampoco vale la pena regatearle la razón cuando señala que los dominicanos tenemos una responsabilidad enorme en las dimensiones que ha adquirido un problema que no hemos querido asumir con seriedad, pues todos sabemos que siempre se ha impuesto el interés de los que se benefician de ese desorden migratorio y la mano de obra barata y sin derechos que proporciona. ¿Será distinto esta vez o solo estamos reaccionando porque los medios de comunicación han sonado las alarmas y vemos haitianos hasta en la sopa? Conociéndonos como nos conocemos, y consciente de los intereses que están en juego, creo que una vez pase el alboroto de las redadas volveremos a bajar la guardia en la frontera y los haitianos seguirán entrando como Pedro por su casa. Pero lo deseable hubiera sido que aprovecháramos que la comunidad internacional, como dice Servio Tulio, nos ha dejado solos con ese problema para recuperar nuestro soberano derecho a resolverlo, para lo cual solo es necesario –insisto– aplicar sin contemplaciones la Ley de Migración y que prevalezca el supremo interés de preservar la integridad y la identidad de la nación que los fundadores bautizaron como República Dominicana.