Un motorista que iba como la jonda del diablo y en vía contraria por la autopista Las Américas se encontró de frente con una patrulla de Amet que, como es lógico, le ordenó detenerse, orden que este ignoró. La patrulla inició entonces su persecución hasta que el motorista, al dar un brusco giro para tratar de tomar el lado de la autopista que realmente le correspondía, fue a meterse debajo de las ruedas de una patana que lo mató en el acto. Los vecinos del sector El Valiente, donde residía la víctima, reaccionaron de manera violenta tratando de linchar al patanista, lo que fue impedido por los agentes de Amet, que sin embargo no pudieron evitar que la airada multitud se desquitara apedreando y luego incendiando su vehículo. La violenta reacción de la turba, que obligó al reforzamiento de los recintos de Amet en Las Américas, Andrés y Boca Chica, fue descrita por algunos periódicos como una protesta contra el “abuso” de sus agentes contra los motoristas. ¿Y qué esperaban? ¿Que se hicieran los desentendidos con una flagrante violación a la ley que, por repetida, ya no merece sanción? Es muy probable, aunque parezca increíble, que así sea, pues los motoristas de la zona han convertido en cosa común transitar en vía contraria en Las Américas, alegando que tienen que gastar mucha gasolina para dar la vuelta donde se construyeron los puentes con carril para motores. Eso quiere decir que continuarán, porque les sale del forro, transitando en vía contraria digan lo que digan y pase lo que pase, pues son hombres de trabajo buscándose su comida. Falta saber si después de la muerte del joven Isaías Cuello y la violenta reacción de sus dolientes los agentes de Amet estarán en la disposición de cumplir su responsabilidad de hacer respetar la ley, o si se harán los desentendidos con los padres familia que dada su privilegiada condición se creen con derecho a violarla o, simplemente, a ignorarla sin consecuencias.