Los residentes en el sector La Pared, en Haina, llevan años quejándose de las patanas y otros vehículos pesados que para evadir el pago del peaje se desvían por sus estrechas calles, provocando grandes trastornos al tránsito y con frecuencia también accidentes, algunos de ellos fatales. La muerte de dos adolescentes de 15 años que se dirigían, a bordo de una motocicleta, al liceo donde estudiaban ha puesto al día esa vieja queja, que desde el pasado lunes se ha convertido en un desgarrador reclamo de justicia para el imprudente patanista que les arrebató dos vidas jóvenes y huyó del lugar de los hechos como si fuera un criminal. Pero ese patanista, perseguido y apresado varios kilómetros después de embestir a los adolescentes, es tan solo el autor material, por lo que no es el único responsable de lo sucedido aunque termine siendo el único imputado. Porque es evidente, aunque resulte ocioso decirlo aquí y ahora, que si las “autoridades competentes” hubieran tomado las medidas necesarias para impedir que camioneros y patanistas utilicen las calles de La Pared para evadir el pago del peaje sus residentes no estarían llorando desconsolados la muerte de esos dos muchachos. Pero como en este país, vuelvo a repetirlo, la indolencia es una política pública, no habrá consecuencias para los indolentes funcionarios que no hicieron lo que tenían que hacer cuando les correspondía hacerlo. Ya es tarde, desde luego, para tratar de establecer culpas y responsabilidades que, de todas maneras, no podrán ser sancionadas por un tribunal de justicia, pero no para impedir que los residentes de La Pared, en Haina, vuelvan a pasar por la dolorosa experiencia por la que están pasando porque a un patanista no le dio la gana de pagar los 300 pesos del peaje.