Tres sentencias le han bastado al Tribunal Superior Electoral (TSE) para recuperar la credibilidad perdida, con las que además ha enviado un mensaje directo, claro y contundente a una partidocracia que ha desandado los caminos de la institucionalidad democrática al poner sus organizaciones al servicio exclusivo de las cúpulas y sus intereses. Desde luego, no puede esperarse que esa opinión la comparta Quique Antún, quien ayer definió la sentencia que anuló la asamblea que lo escogió como presidente del PRSC como “una barbarie” que llevará ante el Tribunal Constitucional, que además, dijo, “pone en riesgo la vigencia del sistema de partidos”. Ni tampoco Miguel Vargas Maldonado, a quien el TSE primero apeó de la presidencia del PRD luego de reelegirse por cuatro años mas y el pasado lunes le ordenó reintegrar a esa organización al doctor Guido Gómez Mazara, pues según el tribunal su expulsión violó el proceso disciplinario que establecen los estatutos de esa organización, así como su derecho a un debido proceso. Un escueto documento puesto a circular por el PRD señala que los jueces del TSE que votaron a favor de la reintegración de Gómez Mazara cedieron a la intimidación y al chantaje, por lo que someterá una solicitud de revisión de la sentencia. Vargas Maldonado no ha reaccionado todavía, como si la sentencia lo hubiese dejado sin palabras, pero hace unos días declaró que acata, aunque no comparte, la decisión del TSE que anuló su presidencia y ordenó la celebración de una convención para escoger a las legítimas autoridades del PRD. Sin embargo la reintegración de Gómez Mazara, quien ha hecho del propósito de sacarlo de la presidencia del PRD una cruzada personal, es un purgante demasiado amargo que todavía no está preparado para tragar.