El Comité Político fue por fin convocado tras cuatro largos meses sin reunirse y en medio de públicos reclamos de que retome sus responsabilidades de parte de algunos de sus miembros, así como de otros importantes dirigentes del PLD, que además aprovecharon la circunstancia para externar críticas no solo a la parálisis aguda que aqueja a su máximo organismo de dirección sino también a su envejecida matrícula, poniendo en evidencia que la renovación de esa dirección es la gran tarea pendiente que los peledeístas, todos, tendrán que asumir con seriedad mas temprano que tarde. Pero esa “sabia, experimentada, prudente y juiciosa” dirección, según Reinaldo Pared Pérez, exhibe logros indiscutibles como haber llevado al PLD a ganar seis elecciones consecutivas en 14 años, algo sin precedentes en América Latina. Pero el Secretario General no dijo, porque no le conviene, que en ese largo tránsito por el poder hemos visto a los peledeístas apartarse, sin querer queriendo, de los principios en los que se formaron, convirtiendo el partido de cuadros concebido por el profesor Juan Bosch en una formidable maquinaria electoral enmohecida por el éxito, que será, según algunos analistas, lo que termine sacando a los peledeístas del poder. Y eso puede ocurrir tan pronto como en el 2020, porque si bien es verdad, como proclama Pared Pérez, que su “sabia, experimentada, prudente y juiciosa” dirección ha llevado al PLD a ganar seis elecciones consecutivas, también lo es que nunca, como ahora, ese partido había estado tan dividido por las ambiciones contrapuestas de sus líderes y el grupismo feroz que desata. Y no importa si se dividen mucho a poco, como alardean –cuandos se les advierte– los danilistas, que desde la soberbia de saberse mayoría en los organismos de dirección no alcanzan a entender que las consecuencias serían las mismas para unos y otros. Porque con la derrota volverán a ser todos iguales, y a Dios que reparta suerte y buenos abogados.