¿Qué se esconde detrás de todo lo que ha pasado?

¿Qué se esconde detrás de todo lo que ha pasado?

Cuando el vagón se detuvo sonó extraño. Había una “congestión de tráfico”, según anunciaron por el altoparlante, algo que sonaba a excusa barata. A pesar de la duda, y de quedar por 5 minutos varada bajo tierra, lo olvidé en cuanto se reinició la marcha. Total, ¿para qué amargarse si en menos de un minuto llegaría a mi destino?

Media hora más tarde supe que aquella parada no fue casual. También que tuve la fortuna de ir en dirección contraria al “metricida” del pasado lunes. Peor suerte corrió Francis Alberto González, quien está grave a causa de las quemaduras de segundo y tercer grado que tiene en la mitad del cuerpo.

Pensar en él duele mucho. Y duele porque así como fue casi asesinado por el incendiario, los medios digitales lo aniquilaron al acusarlo, inexplicablemente (la Policía y la Opret afirman que no dijeron que fue él), de ser el autor de la tragedia. Tal vez la confusión surgió cuando el jefe de la Policía dijo que el incendio habría sido un intento de suicidio (sin ofrecer nombres). De cualquier manera, aún la red está llena de notas que le acusan.

Detrás de la tristeza que sentimos por Francis también hay una honda preocupación: el atentado al Metro tuvo lugar cinco días después del sabotaje a 14 torres eléctricas y tres días después del asalto en Najayo, dos hechos tan espantosos e inusitados que nos obligan a preguntarnos qué rayos está pasando aquí: ¿quieren atemorizar a alguien o que olvidemos los casos puntuales que tenemos pendientes (los Tucano y Félix Bautista, por ejemplo)? Las conjeturas pueden ser muchas. Lo que está claro, sin embargo, es que nada es casual.

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