An Uber car (front) and a Yandex.Taxi car drive on a street in Moscow on July 13, 2017. Uber on July 13, 2017 announced that it was merging in Russia and five other ex-Soviet states with the taxi hailing app of the country's leading internet giant, Yandex. / AFP / Vasily MAXIMOV
Morgan Stanley coordinó la mayor oferta pública inicial de los últimos cinco años en Estados Unidos. Y como principal suscriptor de la salida a bolsa de Uber, ahora le toca torear los cuestionamientos luego de que la acción cayera 18 por ciento en sus primeros dos días de cotización.
Por todo Wall Street llueven las preguntas: ¿Por qué los bancos, incluyendo Morgan Stanley, sugirieron el año pasado una valoración de 120 mil millones de dólares que Uber no pudo alcanzar? ¿Acaso el sindicato de suscriptores liderado por la firma fijó el precio de la oferta pública inicial (OPI) de manera demasiado agresiva? ¿Asignaron demasiadas acciones a grandes inversores que hicieron promesas vacías de conservarlas a largo plazo?
«En retrospectiva, los suscriptores debieron haber hecho un mejor trabajo al calcular qué tan fuerte era la verdadera demanda», dijo Jay Ritter, profesor del Warrington College of Business de la Universidad de Florida, especializado en OPI. «Pero los suscriptores en general tienen dificultades para saber cuánta demanda hay para comprar y mantener, frente a la que solo compra para revender apenas comienzan a cotizar las acciones, los llamados flippers».
Al debate sobre la manera en que Morgan Stanley y otros bancos de inversión manejaron la colocación hay que agregarle la mala suerte, incluido el desencuentro en las negociaciones comerciales entre EU y China que golpeó a los mercados de todo el mundo, así como el pésimo desempeño de Lyft, el principal rival de Uber. Asimismo existe una amplia y persistente preocupación por la inclinación de Silicon Valley por retrasar los debuts bursátiles hasta que las startups alcancen el tamaño perfecto.
Muchos inversionistas preferentes ya tenían acciones de Uber antes de su debut en bolsa, lo que acaso pudo reducir cierto apetito por los 8 mil 100 millones de dólares en acciones vendidas el día de su salida oficial al mercado.
Entre esos tempranos tenedores había clientes de la división de gestión de patrimonio de Morgan Stanley, quienes tuvieron la oportunidad de comprar en forma privada, afirmó una persona familiarizada con el tema. Incluso algunos dentro de la propia cúpula de Uber comenzaron a ver la ronda más como una “inversión de seguimiento” que como una auténtica primera emisión pública de acciones, señalaron dos personas involucradas en la operación.
Sin embargo, personas con conocimiento de la situación han dicho que el libro de pedidos (el que registra el interés de compradores y vendedores para la OPI) presentaba una sobresuscripción o demanda de al menos el triple de la oferta antes de la colocación. Morgan Stanley, que se embolsará unos 41 millones de dólares en comisiones por coordinar la salida a bolsa, lideró la oferta con Goldman Sachs y Bank of America.