¿A quiénes les preocupa, realmente, el narcotráfico y el lavado?

¿A quiénes les preocupa, realmente, el narcotráfico y el lavado?

El discurso contra el narcotráfico y el lavado va perdiendo filo y dureza. Cada vez más políticos y empresarios parecen ponerse de acuerdo en que su eliminación, o aún su control más allá de cierto punto, comprometería la real y verdadera balanza comercial, las inversiones extranjeras y, por ende, la cacareada estabilidad macro-económica y demás íconos de la sacralidad político-económica. Y la gente común parece haberlos aceptado (narco y lavado) como parte de su vida y cultura. Va quedando poca duda de que los poderes locales de muchos países, llevan a cabo un juego de doble moral al respecto, y que sus intereses económicos y políticos, se favorecen del narcotráfico y del lavado. Muchos hablan abiertamente contra el narco, pero no así contra el lavado, pues es evidente que hay importantes inversiones que benefician grandes negocios, y renglones de la economía del país.

Hace algún tiempo fui invitado por un organismo del gobierno de los Estados Unidos a explicar mi punto de vista el lavado de dinero y el narcotráfico en la República Dominicana. Una de las cosas que les expresé, verbalmente y por escrito, fue que en este país, a cualquier nivel, se tiene la idea de que ellos, las autoridades de Washington, no toman realmente en serio dichos asuntos y que su conducta es, en ese respecto, inconsistente e incoherente. Les expuse mi percepción de que ellos no quieren atacar frontalmente el problema en nuestros países debido a que un corte brusco de los flujos económicos producto del narco y el lavado desestabilizaría nuestra economía, y las consecuencias de ello serían impredecibles, indeseables, como los flujos migratorios hacia los USA.

La preocupación de Washington solamente pareciera solamente política y económica, no sobre salud y moral. La doble moral es una conducta muy arraigada en nuestras culturas, principalmente en la conducta personal, oficial y privada, de políticos y miembros de los grupos de poder. Ese desdoblamiento respecto al uso y tráfico de drogas, tabaco y alcohol, la evasión y el lavado, corren parejas con la actitud hacia el adulterio, la homosexualidad y otras depravaciones a nivel de la moral pública y privada. Cualquier político puede pasarse la vida siendo homosexual, fornicario, alcohólico, usuario de drogas narcóticas, o ser desfalcador del fisco, mal padre o esposo abusador; sin que eso se mencione ni se critique abiertamente, a menos que esa información sirva para ser usada ventajosamente contra un adversario político. Entonces la especie se maneja con tácticas que van desde el rumor programático y la insinuación aviesa, a la denuncia pública abierta y formal. En este país incluso se contratan los servicios de sicarios radiofónicos, a “honorables de la comunicación”, y cierta prensa amarillista. La sociedad dominicana debe evitar a como dé lugar la descomunal descarga de heces que implicará la restitución de propiedades y derechos civiles a narcotraficantes connotados. Ningún país sobrevive a la complicidad de sus élites con estas inmoralidades, por rentables que sean. Peor si los deshechos fecales provienen de naciones de liderazgo mundial.

 

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