Los grandes afectos deforman los prismas de la imparcialidad, y en esta entrega intentaré más que todo, ser justo, lo primero, sentenció el Padre de la Patria Supremo, Juan Pablo Duarte Díez, si queremos ser felices. Sustrayéndome lo más posible que me permita la condición humana, debo y quiero bosquejar una breve semblanza del doctor Rafael Molina Morillo, mi muy querido Rafael, con quien me vinculan afectos desde 1962 en que comencé a colaborar con la recién aparecida revista ¡Ahora!, de su cosecha. Gloria y Repudio es su obra referencial alusiva al general Pedro Santana, el primer espadón negativo de nuestras desgracias patrias, que publicó en 1959 en los Talleres Gráficos de la Editora Olimpo de Ciudad de México, D.F. y que no ha vuelto a reeditar, y que debiera, como le he reiterado muchísimo.

En 62 años de fructífera y sin tacha carrera en el mundo difícil e incomprendido como altamente peligroso de la comunicación, Molina Morillo editó el primer vespertino en la historia del diarismo dominicano, El Nacional, fundado el 11-09-66, y las revistas EVA y La Campiña de la cual el suscrito fue director. Director ejecutivo de El Caribe, director del Listín Diario, director de El Día, actual, productor de un espacio radial diario, Molina Morillo es uno de los tres grandes comunicadores vivos y activos de la época grande del periodismo, junto al amado Francisco Comarazammy y al queridísimo Radhamés Gómez Pepín. Al concedérsele el Premio Nacional de Periodismo 2010, el regocijo personal es una prótesis del alborozo nacional. Honra y larga vida al entrañable amigo.