El día diez del presente mes, un grupo de médicos que practicaban enduro fueron asaltados y secuestrados durante tres horas por una turba de mugrientos haitianos en el paraje La Palmita, a 25 kilómetros de Restauración, en la carretera Internacional, ante la presencia de dos miembros del Ejército dominicano, sin que intervinieran ante el peligro de muerte de los deportistas. A los médicos, el doctor Pedro Ureña, destacado cirujano cardiovascular, uno de ellos, una alcaldesa cuyo nombre no se ha divulgado, instruyó a los excursionistas expresarse en idioma inglés porque en idioma español sería peligroso. Este peliagudo incidente obliga a varias lecturas, primera, que la frontera de 389 kilómetros está evidentemente desprotegida, no obstante las afirmaciones de su seguridad que anunció al país en su última rendición de memorias nuestro presidente Danilo Medina, y las reiteradas afirmaciones del ministro de Defensa, teniente general ERD Rubén Paulino Sem, quedando ambos como reos de mentir a su pueblo. Segundo, la actitud pasiva de los dos soldados dominicanos ante los vejámenes de sus conciudadanos por la turba menesterosa haitiana, revela una política complaciente y temerosa hacia Haití y sus nacionales diseñada tanto por el expresidente Leonel Fernández como del presidente Medina, que entre ambos, han incurrido en el crimen de lesa patria de saturar al país de haitianos indocumentados, una de las peores y más condenables lacras del PLD. Tercero, una de las responsabilidades constitucionales de los institutos armados consiste en resguardar la soberanía nacional, son cómplices de esta política antinacional, siendo el mayor responsable nuestro presidente Medina, razonando que si instruye a los militares que ningún haitiano indocumentado cruce la frontera, no la violan, y por el contrario, el masivo tránsito sin consecuencias, evidencia la tolerancia presidencial.