La República Dominicana ocupa en inonovación el octavo lugar, por encima de la media, entre los países de América Latina, según el Índice Mundial de Innovación (GII), que calcula la capacidad de un país para promover el desarrollo económico mediante instituciones y estrategias creativas.
Primero que República Dominicana están Chile, Costa Rica, México, Uruguay, Colombia, Panamá y Perú.
Detrás de la República Dominicana están Argentina, Jamaica, Paraguay, Guatemala,
Ecuador, Honduras, El Salvador, Bolivia y Nicaragua.
A nivel mundial, la República Dominicana ocupó la posición 76 entre 128 países.
El índice fue difundo el pasado lunes por un grupo de entidades, entre las que destaca la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) y la Universidad de Cornell.
En América Latina y el Caribe, Chile ocupó la primera posición, seguido por Costa Rica, mientras que a nivel mundial la lista fue encabezada por Suiza, seguida por Suecia, Reino Unido, Estados Unidos, Finlandia y Singapur.
En su noveno año consecutivo, el índice destacó que la región latinoamericana tiene un potencial innovador que no ha sido explotado y que ningún país del área ocupa en el índice de innovación un lugar superior al que le otorga su producto interno bruto (PIB).
Asimismo, el informe sugiere que pese a que varias economías latinoamericanas atraviesan periodos de turbulencia, es importante superar las limitaciones políticas de corto plazo y redoblar las inversiones en la innovación de largo plazo.
El índice calcula la innovación en un país con el promedio de dos subíndices.
El primero considera cinco elementos de la economía nacional que representan actividades innovadoras: instituciones, capital humano e investigación, infraestructura, sofisticación de mercado y sofisticación de negocios.
El otro subíndice considera evidencia concreta de innovación, comprendida en dos pilares: resultados de conocimiento y de tecnología, y resultados creativos. La innovación necesita de una inversión constante, por lo que el informe lamenta las tendencias actuales en el mundo, que apuntan a una baja en el gasto en investigación y desarrollo.