RD: Un país para no entenderlo

RD: Un país para no entenderlo

Aumentan las muertes violentas. Crece la inseguridad ciudadana y el temor a ser víctima de la delincuencia, el sicariato y el bandolerismo. Pero en la Cámara de Diputados circula en proyecto de Ley de armas, que facilita a cada ciudadano que tenga dinero y pueda comprar: pistola, revólver, fusil, escopeta, ametralladora y rifles de diferentes calibres. No importa si se triplica el mercado de armas ilegales, si la violencia armada cobra peaje para viajar, o abrir negocios tipo Centro América con las bandas. Sin embargo, los americanos quieren regular el armamentismo, aquí hacemos lo contrario, amparado en falsas percepciones. Los fines de semana se registran 10 y 16 muertes por accidentes de tránsito, debido a carreteras que no cumplen normas, al abuso de alcohol y drogas ilegales, conducta temeraria y riesgo en el manejo; pero no pasa nada, la Ley de Tránsito no se cumple, si no, son falsas percepciones. Cada día aumentan la dependencia del uso de las drogas legales e ilegales tales como son: la marihuana, alcohol, tabaco, cocaína, crack, heroína y anfetaminas, etc. Aumentando los riesgos psicosocial: abandono de estudios, deambulación sin propósito, violencia social, delincuencia, marginalidad y exclusión social. Pero seguimos con una Ley 50-88 que penaliza, persigue y encarcela a estos jóvenes, sin desintoxicarlos, sin rehabilitación psico social y sin oportunidades de inclusión; sencillamente, drogadictos del sistema. Hoy, se han triplicado las bancas, los casinos, los juegos de todo tipo produciendo, como consecuencias, más jóvenes adictos a juegos, más ludópatas, más hogares destruidos y más familias desintegradas. Sin embargo, el país se niega a la aplicación de políticas del juego responsable para educar, prevenir y tratar los adictos a juegos.

Pero observen si vamos mal: somos el tercer país con más embarazo en adolescente; con deserción escolar por esta condición, y donde aumentan las enfermedades de trasmisión sexual y SIDA y, para el colmo, las edades en iniciarse en las relaciones sexuales tempranas son entre 12 a 15 años. Con todo esto, seguimos sin educación sexual en valores, ni para prevención, ni para el desarrollo integral sano. Hace más de dos décadas que se habla del calentamiento global, de la escasez de agua, del maltrato a la flora y fauna, donde se espera países peleando por agua. Aquí seguimos sin programas sostenidos de forestación, sin cuidar la excavaciones de ríos y destruir montañas e incendiar bosques; nada importa, los que vienen detrás, que se la arreglen, ya que vivimos en el inmediatismo y en S.O.S. Para no entender, el periódico El País, de España, recoge la información de que en toda la Unión Europea se prohíben y se desarticulan las plantas de carbón, por contaminantes y daño climático; aquí las construimos y lo aceptamos, son problemas de percepción y de gente que no tienen el nivel técnico para entender la complejidad dominicana. Para no entender lo que pasa en el país, cientos de médicos pobres estudian en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), vienen de un sistema educativo de 3 a 5 horas de clases, con exclusión de todo tipo; escogen la única universidad que los aceptan, pero, al final de la carrera, son los que menos pasan el examen de residencias médicas; sin embargo, la propuesta de examen único le deja como opción trabajar en la atención primaria, o sin oportunidades de desarrollo profesional. Pero nada de revisar el modelo de enseñanza de pre-grado y postgrado; nada de buscar el nivel técnico en salud, ni la regularización de las escuelas de medicinas.

Somos el único país del mundo donde no existe ideología política, ni diferenciación en el modelo de partido, ni alternabilidad en el modelo de pensamiento social, sin embargo, la gobernabilidad se deja fluir entre el modelo del mercado, el conservadurismo, el clientelismo y populismo social. Literalmente, República Dominicana, es un país para no entenderlo.¡Oh! se me olvidaba, estamos entre los más felices del mundo y donde la gente se siente ser feliz.

 

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