RD y Haití, ¿se necesitan o no?

RD y Haití, ¿se necesitan o no?

Nuestras relaciones con Haití constituyen un desafío permanente para los Gobiernos y la diplomacia dominicanos. Son dos países extremadamente desiguales, pero indisolublemente ligados por la geografía y la historia. Hay querellas que datan de un pasado remoto y hay otras recientes que, con frecuencia, traen las antiguas a los primeros planos de las conversaciones y las discusiones. Una fórmula segura de estropear las posibilidades de diálogo. Estos dos países se necesitan de manera mutua, pero sus dirigentes y élites quieren hablar y actuar como si no fueran vecinos y como si no se requirieran.

Haití necesita comprar mercaderías y servicios a la República Dominicana, y para esta los vecinos constituyen un mercado muy importante. Los haitianos han migrado a nuestro país desde siempre, impulsados por la necesidad de encontrar dónde laborar y ganar dinero, y para el mercado laboral dominicano la mano de obra haitiana ha sido una importante fuente de riqueza.

Miles de jóvenes haitianos estudian en universidades dominicanas, miles de haitianas dan a luz en nuestros hospitales, sobre todo en los fronterizos, y cuando ambos pueblos se han necesitado de manera especial, porque han sido azotados por fenómenos de la naturaleza, como en 1930 y en enero del 2010, los dos se han mostrado solidarios uno con otro.

Los dominicanos han acogido a los haitianos casi siempre, pero lo ha tenido que hacer dentro de las limitaciones que tiene una nación pobre. No podemos darle a Haití y a los haitianos lo que no tenemos. Sus Gobiernos y sus élites tienen que comprender este hecho. Como tienen que comprender también que la República Dominicana tiene un derecho irrenunciable, soberano, a cumplir con sus normas migratorias. También reconocemos que Haití, su Gobierno, tiene derecho a vigilar para que el trato migratorio que se conceda a sus ciudadanos no sea vejatorio ni violatorio de los Derechos Humanos.

El mejor camino entre la República Dominicana y Haití es el del entendimiento mutuo. Porque ambos se necesitan. Pero a esta comprensión no se llega por vía del chantaje económico y diplomático, de la denuncia internacional tremendista y de la negación de los derechos de un Estado a aplicar sus normas. Es claro, por lo demás, que cuando el entendimiento diplomático no es posible, entonces queda el principio de la reciprocidad. Esta es la historia de las relaciones entre las naciones.

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