La Comisión Nacional de Ética e Integridad Gubernamental, ausente como un discreto fantasma de la vida pública dominicana, donde casi todos los días se habla de corrupción, reapareció de manera inesperada con la visita de su titular, el doctor José Joaquín Bidó Medina, a la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción Administrativa (PEPCA). Pero pronto supimos que no estaba allí por casualidad, o comprensiblemente preocupado por el derrotero que lleva el escándalo de corrupción destapado  en la OISOE, pues el propio funcionario aclaró a los periodistas que su visita nada tiene que ver con ese lío sino que fue a cumplir con una encomienda del presidente Danilo Medina, quien le ordenó apoderar a la doctora Laura Guerrero Pelletier de otro expediente de corrupción. La insistencia de los reporteros no consiguió que el funcionario se apartara de su propósito de informar lo estrictamente necesario sobre su encomienda, que a partir de ese momento se ha convertido en el gran misterio por descifrar, pero también en un motivo de creciente angustia para quienes sospechan  (que deben ser muchos) que pueden ser los agraciados. Para enredar aun mas ese misterio, la doctora Guerrero  no quiso ni confirmar ni negar la existencia del nuevo expediente, limitándose  a informar que conversó sobre distintos  temas con el director de Ética. ¿Por qué tanto hermetismo? Habrá que esperar a que la justicia empiece a moverse para poder conocer  los nombres de los “delincuentes que han violado y traicionado al Estado”, como los llamó el director de la Comisión de Ética e Integridad Gubernamental, quien luego de esta breve y fugaz aparición pública de seguro regresará al confortable depacho que  lo mantiene apartado del mundanal ruido, pero sobre todo a salvo de la incómoda vocinglería callejera que inútilmente  pide a gritos que se castigue ejemplarmente a  ladrones y corruptos.