Receta para la transparencia

Receta para la transparencia

La falta de un régimen de consecuencias calibradas en función de la gravedad de las faltas es, posiblemente, uno de los mayores escollos en la búsqueda de transparencia en el manejo de recursos públicos. La directora de Contrataciones Públicas, Yocasta Guzmán, acaba de corroborar este criterio al plantear la necesidad de modificar la Ley de Compras Públicas y convertirla en instrumento de orden público, de modo que, entre otras cosas, incluya y defina un régimen de sanciones contra las violaciones de esta normativa.

Aunque la actual administración ha logrado avances en transparencia de las compras y contrataciones públicas, persisten debilidades importantes que, aparte de la falta de consecuencias por las violaciones, limitan la participación de suplidores de bienes y servicios en la distribución de las adquisiciones de las instituciones estatales. Por ejemplo, las micro, pequeñas y medianas empresas son el 97% del total nacional, pero apenas un 20% están incluidas como suplidores del Estado.

Es necesario modificar la ley sobre esta materia, garantizar que sea incluyente, que contemple un régimen de consecuencias, incluso penales, cuya dureza dependa de la gravedad de las violaciones, que agrupe en su texto otras leyes y disposiciones sobre la materia y que simplifique trámites burocráticos correspondientes.

 Una mecha arde en la UASD

Los estudiantes de la UASD han dejado de ser pasivos ante la actitud desconsiderada de sus profesores, que insisten en la huelga para exigir aumento de salarios. Las reacciones por la pérdida de clases han ido desde huelga de hambre hasta movilizaciones en el recinto universitario en las que no han faltado los encapuchados que aportan violencia y echan a perder cualquier causa justa. Los profesores deberían usar la inteligencia para calibrar el inconveniente de un deterioro en la UASD.

Los profesores no parecen ver el yerro cometido al apelar al método de la fuerza, convirtiendo en víctimas a una población estudiantil tan numerosa y que ya ha empezado a reaccionar también con la fuerza. Levantar el paro de docencia liberaría presiones y propiciaría un diálogo provechoso. Hacerlo sería utilizar bien la inteligencia.

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