Si es verdad que el presidente Danilo Medina trabaja para reelegirse, como afirma el dirigente peledeísta Fernando Fernández, las catastróficas inundaciones que provocaron las lluvias de las últimas tres semanas le están ofreciendo el escenario ideal para agigantar su liderazgo ante un pueblo que luego de ser golpeado por la inclemente naturaleza clama con desesperación por un salvador providencial que acuda en su auxilio. El pasado martes volvió a visitar las zonas inundadas, donde prometió atender las necesidades de todos los afectados, y empezar a trabajar en la reconstrucción de las infraestructuras dañadas tan pronto el clima lo permita. El primero en darse cuenta de que el mandatario se está robando el show con su presidencial solidaridad fue Luis Abinader, pero su disposición para ayudar a las comunidades inundadas y su gente no puede competir con el gobierno, que adelanta diligencias en el Congreso Nacional para hacerse aprobar una Ley de Emergencias que le permitiría asistir con recursos a las 14 provincias más afectadas. Desde luego, nadie puede acusar a quien convirtió las visitas sorpresa en el emblema más vistoso de su gestión de arrimarse a la desgracia de los damnificados para sacar capital político, pues su estilo de gobernar es el mejor argumento para contrarrestar esas acusaciones. Pero eso no le impide aprovechar la oportunidad que la catástrofe provocada por los desquiciados aguaceros le ha puesto en bandeja de plata, y si es verdad que ya está trabajando en su reelección con más fe, pues cuando las aguas vuelvan a su nivel le habrá sacado unos cuantos pasos de gabela a cualquier contendor de cara al 2020. Incluyendo, por supuesto, al expresidente Leonel Fernández, dormido plácidamente en sus laureles mientras teoriza en Berlín, Alemania, sobre Donald Trump y los riesgos de su elección para el sistema financiero internacional.