Reflexiones y advertencias sobre Haití

Reflexiones y advertencias sobre Haití

Me complace señalar que en los muchos años que tengo escribiendo colaboraciones para este Diario, no había recibido tantas llamadas sugiriéndome que volviese a referirme en esta semana sobre el mismo tema, ya que la mayoría de los lectores vislumbran un peligro eminente para nuestra identidad, la continuación de la penetración de ciudadanos haitianos por nuestra “mercenaria frontera”, en donde por unos pocos pesos, atraviesan la línea divisoria; siendo todo lo contrario para los dominicanos que deben pagar una alta suma por el visado.
Ya nuestras Fuerzas Armadas especializadas en la frontera (CESFRONT), no encuentran calificativos para “defender” la integridad y no violación de nuestro territorio. Pasamos por el Plan Relámpago, Fase I y II), Operación Guaraguao y otros que no recordamos. Sin embargo, el flujo es continuo y ya se advierte, que en las provincias fronterizas, en algunos poblados, los haitianos son mayoría.
El grave peligro se presentará cuando próximamente la Misión de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH) abandone el país. Haití no cuenta con un ejército regular y solo existe un cuerpo policial indisciplinado, sin ningún rigor académico y para colmo, analfabetos funcionales. Ese Minustah fue el culpable del brote de cólera, que no solo afectó a Haití, pues sus ilegales la introdujeron en el país, con las graves consecuencias que eso trajo para nuestros precarios centros de salud. Son portadores de otras enfermedades, como el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), en la cual el país gasta RD$70,000.000 anualmente para combatirla en extranjeros residentes aquí, conforme declaraciones del Director del Consejo Nacional para el VIH y el Sida, Dr. Víctor Terrero, y lo peor de todo, lo proclive que son para multiplicarse, sin importar si los padres tienen los recursos para cuidar los hijos.
En casi todas las construcciones que se realizan en la República, el 90% está constituido por mano de obra haitiana. Hay lugares turísticos tan lejanos como Bávaro o Las Terrenas, en donde prácticamente el único dominicano es el maestro constructor, en el cual descansa la lectura de los planos y la aplicación de los mismos. En Bávaro, en el Hoyo de Friusa, la concentración de haitianos se ha constituido en un gueto, en donde, tanto los dominicanos como el idioma español, brillan por su ausencia. Otro tanto ocurre en Las Terrenas en la provincia de Samaná, en donde se han reportado varios crímenes cometidos por haitianos, inclusive conocemos de uno, que hasta se fugó de la cárcel y no aparece.
La poca escolaridad y también su falta de identificación, hacen imposible su localización, ya que aunque parezca increíble, la mayoría se parecen; por lo cual, cuando las tropas militares efectúan redadas, son de fácil reconocimiento.
En el campo agrícola, los haitianos son mayormente los trabajadores y aunque parezca no creíble, ganan el mismo salario por día laboral que los nativos. Los dominicanos hemos sido tan apáticos y selectivos, que ya que no les gusta trabajar con machete, pico y azada, lo cual deja el campo libre a los vecinos, que dada la miseria que arropa a ese país, piensan que la “dominicany” como nos llaman, es un paraíso y no un país deforestado, falta de ríos y de agricultura, como es el de ellos.
Después del terremoto que el día 12 de enero de 2010 devastó una gran parte del territorio, en especial la capital Port-au-Prince, las edificaciones todavía muestran el deterioro causado por el fenómeno y las ayudas prometidas por países ofertantes, así como la administración de los recursos por el presidente Clinton, están prácticamente en el limbo.
Como un dato favorable, los dominicanos cooperamos con la superación de miles de estudiantes haitianos, que en las escuelas de medicina de la UASD, UTESA y hasta en la Madre y Maestra cursan estudios para convertirse en médicos, agrónomos. Asimismo, la Universidad Superior de Agricultura mantiene un elevado número de estudiantes haitianos que se especializan en los diferentes campos de la agronomía. Lástima que el gobierno de Leonel Fernández, en lugar de un hospital erigió la Universidad en La Limonada, en donde despilfarró al menos 30 millones de dólares, con lo que nos hubiésemos economizado que nuestras maternidades estén llenos de parturientas haitianas. Al parecer, este académico intuyó, que la educación está por encima de la salud. Es de esperar, que todos esos jóvenes cuando retornen a Haití, lo siembren de simiente fértil, para que en un futuro sus descendientes no tengan que recurrir al éxodo.

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