El conflicto reformista volverá al TSE. Después de 14 meses de litigar, culminando con decisión del TSE anulando Asambleas de grupos en pugna, se reincide el camino hacia los tribunales; desaprovechando oportunidades de entendimiento brindadas por este organismo.
Durante esos meses, las energías reformistas se consumieron en litigios, descuidando actividades políticas necesarias para la nación, su democracia y población; al parecer olvidando, o tomándolo como pretexto, que la política se hace en calles y no en tribunales.
El resultado es obvio: Ninguna encuesta seria recoge posicionamiento reformista significativo y ninguno de los que han verbalizado aspiraciones presidenciales aparece preferencialmente.
La nueva incursión tribunalicia proporcionará iguales resultados. Todo indica que seguirán creyendo que hacen política en tribunales, no en medios y calles. Agravado, puesto que los próximos 14 meses a perder serán más cruciales por entrar en pleno proceso electoral.
Mientras, la nación sigue desgarrándose: Delincuencia apoderada de las calles haciendo insegura la vida cotidiana, oportunidades de trabajo que apenas absorben e informalmente el incremento de población económicamente activa, importaciones cinco veces mayores que exportaciones antes del incremento de precios petroleros, salud precaria por falta de política sanitaria preventiva y de materiales e instrumental en hospitales “fachadísticamente” remodelados, Educación empeora tanto que 70% de alumnos se sienten excluidos y fuera de lugar en sus escuelas como reconoce el Ministerio en su Plan Estratégico 2017-2020, taponamientos en tránsito y aumentos de costo de transporte desesperan mientras inversiones multimillonarias satisfacen vanidades de gobernantes, energía sigue siendo mala y cara y la ilusa solución prometida por el gobierno para el año pasado ahora depende de China; inmigración sigue descontrolada, medio ambiente depredándose y asentamientos humanos caotizados.
Esto, a pesar de elevados recursos administrados por el gobierno por impuestos y endeudamientos, bajo constantes amenazas de seguir aumentando; al igual que incrementos deficitarios por elevados gastos de una abundante burocracia que gana más pero trabaja menos.
Mientras esto persiste, el reformismo pretexta sus omisiones y consume en tribunales, abandonando calles y medios; no obstante lo mucho que podemos y tenemos que aportar habida cuenta nuestra filosofía y experiencias.
Como la disciplina fiscal abandonando el derroche, hacer mas con menos recursos; no requerir endeudamientos que distorsionan sistema financiero en perjuicio de productores y lesionan soberanía; generando puestos de trabajo en la economía mediante inversiones empleadoras de mano de obra e incentivos; controlando sanitariamente epidemias, cerrando aserraderos, cantando en la escuela, corporativizando el transporte, austerizándonos ante amenazas petroleras.
Ojalá que mientras unos reformistas sigan litigando, otros nos animemos a promover entendimientos estructurantes de un discurso y accionar político que responda a las necesidades presentes de nuestra nación.