Reina Cristina

Reina Cristina

El New York Times llegó a calificar de “mandona y autoritaria” a la primera dama de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, quien posiblemente será electa presidenta de su nación

POR GRACIELA AZCÁRATE

Los crímenes de 1976-1983 afectaron demasiadas vidas, desbarataron demasiados principios morales, corrompieron la sociedad, pero, sobre todo, hicieron de la Argentina un país peor. Los males de ese pasado, son en buena medida, causa de los males de este presente.

(…) Quienes vivimos en el clima enrarecido de esa Argentina, y aunque ahora la mayoría no quiera mencionarlo, o se evite subrayar, presentíamos  que esos crímenes no pudieron ser cometidos sin el consentimiento y hasta la aprobación entusiasta de casi toda la sociedad.

(…) Los debates  han disimulado el hecho de que en la Argentina cotidiana había algo enfermo, perverso y que esa perversión puede seguir ahora, larvada bajo otros signos”.

Este texto fue escrito por Tomás Eloy Martínez, el 24 de marzo de 2001 y publicado en el periódico El País con el título “Argentina: las cuentas pendiente”.

Seis años más tarde, después de la debacle de un país que tocó fondo seguir las aventuras y desventuras de la pareja presidencial representada por Néstor Kichner y Cristina Fernández de Kirchner me devuelve a esa reflexión del escritor y periodista y a la convicción de que los argentinos, en su gran mayoría  no han aprendido nada del pasado, la mayoría ha permanecido en la corrupción y son incapaces de “mirar el propio horror”.

A veinte días de las elecciones presidenciales en Argentina, las historias y el seguimiento de la vida de Cristina Fernández  de Kirchner cubre los periódicos internacionales y nacionales desde la prensa escrita a la digital. El matrimonio está en la mira.

Los argentinos tenemos una larga y pesada historia con estos matrimonios políticos unidos por una insaciable sed de poder.

Acaban de regresar de un viaje a Estados Unidos de Norteamérica y aunque quieran hacer creer que ha sido un éxito, en realidad los hombres de negocios nortemericanos y europeos están preocupados, arrugaron el entrecejo y se fueron enojados porque (la pareja imperial) y en especial la oradora “Reina Cristina”, además de cobrarles US$ 5.000 por la asistencia al evento,  no les explicaron y tampoco les contestaron  cómo iban a manejar los resultados de la inflación, ni qué va a pasar con la política de bonos para resolver la  renegociación de la deuda externa y el gobierno de Irán le contestó de manera enérgica y contundente al discurso pro sionista de Néstor Kirchner en la ONU.

En definitiva los hombres de negocios norteamericanos y europeos no quedaron satisfechos con las respuestas de la Primera Dama  argentina.

El New York Times la criticó con dureza calificándola de “mandona y autoritaria”.

En el artículo firmado por el periodista Alexei Barrionuevo la bautiza con el nombre de “Reina Cristina”, sostiene que trata “su campaña presidencial  más como una coronación  que como una contienda política”, que está enfocada en las relaciones internacionales y deja fuera los problemas que atañen a la Argentina como son: la crisis energética, la inflación que es ya del 15% anual, el doble de lo admitido por el gobierno pese a la burda manipulación y a la descarada intromisión en el Instituto de Estadísticas y Censos (INDEC).

“Es soberbia, mandona y autoritaria, y da discursos en vez de escuchar” afirma el periodista del New York Times que corrobora la idea de que la pareja no quiere que se le acerque el periodismo argentino, y es capaz de pasarle por la izquierda US$ 50.000  a la Fundación de Bill Clinton, a pesar de la oposición de Hillary, para lograr aparecer juntos en una entrevista con el ex presidente norteamericano.

Como sincera y auténtica argentina  que soy cuando me pidieron escribir un texto sobre Cristina Fernández,  me conecté a Internet, me escribí con muchos amigos argentinos que viven  allá y abri la página oficial de la Primera Dama argentina tuve un ataque de melancolía. Recordé ese artículo de Tomás Eloy Martínez, recordé mi niñez, adolescencia y juventud, la misma  de esa generación a la cual ellos dos pertenecen, y recordé con profunda tristeza todo lo que nos pasó, todo lo que sufrimos, lo poco que hemos aprendido y me sorprendió la poca memoria del pueblo argentino que está como tantos otros pueblos del mundo condenado a repetir los errores mientras no sea capaz de mirar con  lucidez y valentía “el propio horror”.

La mujer que posiblemente sea elegida ( segunda presidenta mujer) el 28 de octubre para llevar adelante los destinos de la Argentina tiene “ese qué se yo, viste”, “tenés algo que te vende, yo no se si es la mirada” o sea Cristina es hija del arrabal, del “barrio gris”, ella pertenece a esos hijos de gente muy pobre que en ese Estado Benefactor que encarnó el gobierno autoritario, fascista, clientelista, y populista de Juan Domingo Perón y Eva Duarte pudieron en la posguerra tener trabajo, estudios, techo y jubilación.

Nuestros padres eran unos nadies pero sus hijos por esas coyunturas de la historia pudieron crecer, estudiar y progresar  en el país que nos dio oportunidades.

La página oficial es la que me causó melancolía, porque ahí sin tapujos  la hoy día Senadora de la República Argentina y Primera Dama, dice que nació el 19 de febrero de 1953, en La Plata, Provincia de Buenos Aires, aparece  en los brazos de su solitaria madre para reaparecer en 1974 cuando conoce a  Néstor Kichner.

Su madre Ofelia Wilhem era ama de casa y su padre Eduardo Fernández era colectivero de la línea 3 que hacía el trayecto ente City Bell y La Plata, pero nunca vivió con ellas y es un padre ausente. Su nombre completo es Cristina Elisabet Fernández de Kirchner, con un segundo nombre que no tiene h ni z y fue arruinado en el registro civil. Omisión que ponía en evidencia un ambiente cultural pobre donde nadie reconoce la complejidad de ciertas palabras que no sean María o Juan.

Cuentan gentes cercanas que ya empezó a hacer diligencias en el registro civil para que ese nombre “bastardo” desaparezca y no aparezca por ningún motivo cuando tenga que firmar las actas presidenciales. Igualito que Eva Perón cuando ordenó  que arrasaran el registro civil de Los Toldos para hacer desaparecer las pruebas de su origen pobre y bastardo.

La “Reina Cristina” nacida en un suburbio pobre de la provincia de Buenos Aires no tiene amigos, tampoco amigas, no puede contarle un secreto a nadie porque es hermética, no escribe, no baila, no se le conoce más novio que Kirchner, su bronca, su iracundia y su intensidad meten miedo alrededor y se resumen en su cuerpo que contiene todas sus frustraciones y que ella disfraza con trajecitos blancos muy correctos.

En Argentina, está muy mal visto no tener una pandilla de amigos y amigas, no juntarte a comer un asado o unas empanadas, no sentarte en  rueda de amigos a chismear de las parejas ajenas, no salir de compras un sábado a la tarde.

Para la “Reina Cristina” el mundo de sus relaciones se circunscribe a su marido, los dos hijos, la madre y la hermana que es médica en un hospital platense. Sus relaciones son el cerco mínimo de esa familia de mujeres solas.

El resto de las relaciones son relaciones con sus empleados a los que trata de muy mala manera , de forma despótica y autoritaria desde hace 25 años.

Hace unos días, el ex presidente radical Raúl Alfonsín dijo: “Es una mujer de armas llevar. Crispa a la sociedad. Es inteligente pero iracunda, no creo que sea lo que el país necesita”.

Los diarios digitales y los blogs desbordan de historias, cuentos y crónicas de compañeros de militancia.

Esteban Schmith, en un artículo genial publicado en Artemisia titulado “Cristina Fernández, la dominatrix” la describe así: “Ella no es para nada la encarnación de un presidenta que representa una persona justa, amable, buena e inteligente, locamente argentina en sus costumbres, ella no es nada de esto. Por el contrario es una mujer soberbia, lejana que maniobra como un militar para ocultar sus emociones”. (…) “Envuelta en un trajecito blanco, un mar de dudas estreñidas, espanto sugerido, si la miras en cámara lenta. Es una mujer sin amor”.

La página oficial,  y a pesar de la campaña de imagen que está desarrollando Leandro Raposo, un creativo joven que manejó la campaña de imagen de De La Rúa, la muestra poco convincente. La imagen que trasmite es de falsa, arribista, de “nueva rica” posando de “mina brava” pero en el fondo insegura porque es la hija de una ama de casa y un padre ausente que nació en el arrabal. Aparece impostada, artificial, competitiva, hipócrita, mirando sin ver, cubierta de joyas y ropa cara, fotografiada del derecho y del revés con todos los príncipes y burócratas del mundo. Llevada por su narcisismo ha  cometido la imprudencia de querer cambiar la imagen por consejo de su asesor y aparece  con una sonrisa hipócrita rodeada de gente humilde o jugando una partida de truco con unos jubilados. En vez de convencer, indigna el uso y manipulación de los más pobres de la sociedad argentina. Convencional, fría, se mueve, vive y respira en busca  del poder y su matrimonio con Kirchner es un matrimonio entre socios, una yunta perfecta para tener  ilimitado poder,ejercerlo impunemente, hacer mucha guita y vivir de la gilada argentina.

Guita: dinero
Gilada: los tontos.

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