Represa financiera

Represa financiera

POR LUIS H. VARGAS
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La política monetaria del Banco Central de determinación de una achatada meta de inflación, en base a la mengua de la masa monetaria, se procura alcanzar a través del empinamiento de las tasas de interés reales y, consecuente, astringencia interna de la oferta de producción mercantil productiva y la demanda de consumación y de inversión..

El país sufre el perjuicio de la escalada de los tipos reales de interés como control inflacionario porque desincentiva la demanda de crédito y, en consecuencia, deprime la demanda hasta un punto de ajuste con la oferta. En estas circunstancias, la camisa de fuerza del sobrecoste financiero puesta a la moneda crédito alienta la recesión de las actividades productivas.

Los altos intereses reales, del lado de la oferta, bajan la cantidad interior de producción y venta de bienes y servicios mercantiles y, por tanto, aumentan la capacidad ociosa de las empresas y la desocupación laboral de los asalariados, y, del lado de la demanda, disminuyen la capacidad de compra de los inversores y los trabajadores, y, por consiguiente, desaceleran la marcha de las actividades económicas y corporativas.

En las útimas semanas, la gestión contractiva de la moneda nacional por el Banco central se reconfirmó con la mocha del dinero en circulación por medio de los brincos de las tasas de interés de las ventanillas Lombarda y Overnight. En el primer caso, el tipo de interés activo cobrado por los fondos líquidos concedidos a corto plazo por el Banco Central a los bancos comerciales, que sirve de referencia a las operaciones interbancarias, ha subido a 33,0% nominal o 25,7% real, en tanto que, en el segundo, el aumento del tipo de interés pagado por dicha entidad emisora, por concepto de los depósitos a breve plazo de la banca comercial, ha hecho encaramar este componente de los valores en circulación a 12 mil 872 millones de pesos, el 30 de noviembre de 2005, después de haber alcanzado, el pasado 31 de octubre, 5 mil 750 millones.

El carnaval de reemisión de papeles de deuda del Banco Central represa fundamentalmente liquidez tanto por emisión de pesos correspondientes a la acumulación de reservas internacionales líquidas como por capitalización de intereses no pagados de los certificados y notas. Por ejemplo, de enero a septiembre de 2005, el acrecentamiento de los valores en circulación fue igual a 39 mil 450 millones de pesos, de los cuales el 40,5% respondió a la esterilización de los pesos emitidos para compra de dólares, 52,9% a los impagos de los rendimientos de los títulos y 6,6% a otros.

La valorización del capital dinero a tasas de interés superiores a las tasas de beneficio del capital productivo provoca encarecimiento real y achicamiento del crédito, con respecto a los activos bancarios y producto bruto, a la vez que aupa transacciones de conversión de activos fijos (venta de inmuebles privados) por activos financieros (compra de certificados públicos) financiadas por la banca comercial.

En términos relativos en moneda nacional, los créditos bajan, pero los depósitos a la vista suben en relación a los depósitos totales de los bancos comerciales. Del 31 de diciembre de 2004 al 7 de diciembre de 2005, dichos cocientes declaran sucesivamente de 65,53% a 64,49% y de 26,235% a 31,43%.

Las operaciones de mercado abierto de los valores en circulación consiguen matar dos pájaros de un tiro: uno, contener la oleada inflacionaria desatada por el incremento de la oferta monetaria ampliada en mayor proporción que el de la producción bruta y, dos, lanzar otra vez un programa de salvataje a la tendencial bancarrota de la banca múltiple..

El Banco Central saca temporalmente de la quiebra a la banca comercial porque la plétora de capital dinerario, reflejado por la sobreliquidez bancaria, se valoriza en el circuito dinero-dinero a altos rendimientos reales y, por tanto, inflama artificialmente los ingresos por inversión en los resultados netos.

En principio, la banca central puede pagar bajos tipos de interés por los papeles absorbentes del exceso de liquidez bancaria múltiple, por motivo de existencia de coste de oportunidad cero ante la ausencia de colocación rentable en la esfera productiva, pero no lleva a cabo esta decisión porque provocaría una estampida de los depósitos y una caída sensible del coeficiente de rentabilidad, hasta llegar inclusive al punto de quiebra.

Por más vueltas de maroma que dé el Banco Central no cuenta con posibilidades favorables para salir del default: si baja los tipos de interés de los certificados emitidos ahoga la rentabilidad de los bancos múltiples y reflota la dolarización de los depósitos del sistema financiero y si sube dichos intereses, el déficit cuasi-fiscal topa techo y el stock de los títulos vuela por las nubes. Asimismo, la montaña incobrable de valores en circulación en posesión de las instituciones financieras, en específico de los tenedores bancarios, apunta situación de quiebra, dado que en este instante hay obigación de asentar las provisiones de lugar, lo cual borraría de un fuetazo los patrimonios de los bancos.

Hasta la fecha cortada el 30 de septiembre de 2005, el excesivo pago de intereses de los valores en circulación absorbió nada más y nada menos que la escandalosa cifra equivalente al 36,9% del crecimiento del PBI, según el Banco Central, o 47,8%, de acuerdo a correcciones.

Tarde o temprano, probablemente más temprano que tarde, el gobierno va a tener que reconocer el default y reprogramar los pagos de los títulos con quitas gruesas del valor facial, bajas de las tasas de interés reales y subas de los plazos de redención, sin soslayar la posibilidad de que algunos casos particulares, tales como ancianos o enfermos, reciban un tratamiento preferencial.

En síntesis, la reejecución de los programas y recetas neoliberales y fondomonetaristas por el actual gobierno de Fernández ha reforzado la fase de recesión económica y la situación de crisis de las instituciones financieras y bancarias. 

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