Resistencia cultural armada

Resistencia cultural armada

[b]Señor director:[/b]

La resistencia armada o pacífica de los habitantes de un país contra el ocupante extranjero es fuertemente cultural.

Aún entre culturas que comparten históricamente elementos comunes culturales, el avasallamiento y el dominio de una cultura sobre la otra, se manifiesta en una oposición hostil de rechazo a cualquier tipo de innovación cultural.[tend]

La autoestima cultural o el etnocentrismo que condiciona a una cultura que se considera como modelo universalmente válido y a ser aceptado sin traumas, conlleva a que esa cultura pierda la perspectiva de la realidad, y en consecuencia se encuentre con un choque cultural inesperado y violento.

Los países que han vivido la realidad de una ocupación extranjera no deseada como el nuestro, comprenden clara y objetivamente la intransigencia y rebeldía de los pueblos que sufren ocupaciones extrañas en esta época, donde el contacto cultural produce daños insalvables en la cultura ocupada.

En el año 1965, durante la segunda ocupación norteamericana del siglo XX al país, la relación tirante de rabia e impotencia por un lado, y de prepotencia por el otro, reinaba en los puestos de cacheo cuando se tenía que cruzar de un lado hacia el otro en la ciudad ocupada de Santo Domingo.

Por otro lado, tratar de cambiar normas condicionadas culturalmente e imponer otras incomprensibles para la cultura receptora como las formas de gobierno (por ejemplo democracia representativa por gobierno islámico), cambiar un «dictador aceptado» por un «dictador rechazado», etc., nunca desembocará en una aceptación general de la cultura agresora.

El desconocimiento de la «otra cultura», o sea de la cultura diferente a la propia, empantana cualquier tipo de colaboración intercultural.

Si los Estados Unidos pensaron que iban a ser recibidos como héroes, como libertadores, por los iraquíes, al deponer al ogro Saddam Hussein como lo presentaban, no tuvieron en cuenta que ese era un «ogro iraquí», su ogro, no un «ogro extranjero» al que repudian.

En estos días, en uno de esos ataques armados de la resistencia iraquí contra un hotel donde se hospedaba el Subsecretario de Defensa de los Estados Unidos de visita a Irak, el señor Wolfowitz, éste en una reacción culturalmente errada calificó a los civiles y militares ocupantes de ese país como «héroes», mientras a los resistentes iraquíes se les calificaban de «terroristas» y «asesinos» por su lucha contra la ocupación extranjera y la defensa de su dignidad.

La incomprensión de una cultura dada tiene implicaciones que van más allá de lo humanamente imaginable y deseable.

La resistencia cultural armada contra la ocupación extraña en Irak se encuadra dentro lo humanamente comprensible entre la cultura de la prepotencia y la cultura de la impotencia; entre la cultura agresora y la cultura de la resistencia.

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