Algunos lamentables y confusos reportes de agresiones y fallecimientos sin violencia en hoteles turísticos no bastan para configurar una situación de peligro extendido para visitantes. Como potencia caribeña que acoge numerosos viajes de placer, República Dominicana despide cada día hacia diferentes partes del mundo a miles de vacacionistas que regresan a sus lugares de origen con buena salud, bronceados y comúnmente impresionados por la belleza de playas y el trato hospitalario. La pujanza que llena los resorts de huéspedes y de cruceros a algunos destinos portuarios, expresa un éxito económico que consolida y confirma a esta tierra como excelente destino de sol, mar, montañas y monumentos históricos.
Para cuidar condiciones tan favorables en unos tiempos de rapidez electrónica que se presta a la exageración sensacionalista -además del solapado interés que pueda existir de dañar la imagen nacional en ultramar- lo que más procede es que los organismos ordinarios de investigaciones policiales y judiciales reaccionen con presteza y que se haga sentir la profesionalidad y credibilidad de fuentes oficiales para arrojar luz sobre cada caso, colocándolo en su justa dimensión. La mayoría de los turistas que aquí llegan proceden de sociedades de capacidad institucional y científica para desentrañar posibles crímenes y causas de decesos. El país debe demostrar que también tiene respuestas. Un desafío.
Escuchar voces representativas
¿ Están los productores del agro y la pecuaria colocados en un marco legal y de tratamiento apropiado a sus actividades tan inherentes a la buena marcha de la economía y la seguridad alimentaria del país? La respuesta, en uno u otro sentido, debe estar fundada en el estudio de las realidades de cada sector con especial atención al panorama que describen entidades dignas de crédito.
Los reclamos que de ordinario expresan los liderazgos dan a entender con aporte de datos, que faltan instrumentos y vigencia de políticas que favorezcan al campo con medidas específicas para cada ámbito; que garanticen rentabilidad y privilegien la comercialización de bienes de consumo de origen nacional para que el patrocinio poderoso de importaciones no exceda límites. Lo estrictamente necesario para cubrir los déficits locales y estacionales.