Resultados del Concurso Luichy Martínez Richiez

Resultados del Concurso Luichy Martínez Richiez

Ciertamente, un concurso específicamente destinado a los jóvenes de 18 a 40 años –¡la escultura por sus exigencias prolonga el criterio de juventud!– no solamente debía motivar a la generación ascendente, sino permitir un diagnóstico acerca de un núcleo de escultores como promesas o como ya dueños del porvenir. En ese tenor, la Embajada de Francia en República Dominicana  ha organizado un primer certamen nacional,  totalmente abierto en temática y técnica, sin otra condición que aquella de la edad, para acentuar su carácter de estímulo y proyección hacia el futuro. 

Las obras que participaron en el “Primer Concurso Nacional  de Escultura Luichy Martínez Richiez” pueden ser visitadas en las tres salas de arte de la Embajada de Francia –pisos primero y segundo–  hasta el 31 de octubre. En este certamen, por ser el primero en su categoría y para propiciar una evaluación global, se ha querido exhibir  todas las piezas, sin un proceso de selección.

Asimismo, la museografía, voluntariamente anónima, no favorece distinguir a las tres obras premiadas. Esta  propuesta se sostiene ahora, siendo finalidad esencial relanzar  la escultura dominicana joven, pero es previsible que las próximas ediciones establezcan la acostumbrada admisión, previa a la exposición. Presentar la totalidad de las participaciones, sin jerarquía, tiene un inconveniente: las mejores obras se postergan cualitativamente ante las menos buenas…. que, como siempre, son bastantes.

 Los resultados. El número de concursantes ha sobrepasado  las expectativas, ya que, en nuestros concursos y bienales establecidos y de mayor prestigio, los escultores participan poco, y sus obras pueden transmitir el desánimo y la falta de confianza, confrontadas con las demás categorías e insuficientemente premiadas.  Aquí,  esa “desventaja”, por supuesto, no existe, y se tiene la impresión, sino de entusiasmo, sí de un interés marcado y alentador. Por cierto, en otro evento de escultura que se avecina, el optimismo va a fortalecerse… no cabe duda de que los concursos nacionales con dedicación exclusiva a la escultura la reaniman e incitan a la creación.

Ahora bien, una primera observación se impone aquí.  El modelo que se consideraba casi como una identidad escultórica dominicana,  de la talla directa en madera, a menudo alargada y totémica, casi no tiene representantes. El conjunto se caracteriza por una notable variedad de formas y volúmenes, sin el apego a la herencia magistral y a los  materiales tradicionales, que a veces se objetaban… Salvo excepciones, la filiación de aquellos grandes – Prats-Ventós,  Gaspar Mario Cruz  y Martínez Richiez– se ha  desvanecido en estos jóvenes artistas, y tampoco se manifiesta el espíritu iluminado e ingenioso de Johnny Bonnelly. No lo consideramos negativo, la diversificación es saludable, pero al mismo tiempo constituye un reto para encontrar una expresión y una personalidad, cuando además la abundancia de instalaciones en la obra tridimensional, agrava esta coyuntura.

Si la abstracción predomina, hay también obras figurativas, y en las realistas se siente el peso de la enseñanza académica: podemos suponer que, entre los concursantes, haya estudiantes y/o recién egresados de la carrera. El cuerpo –los autores manifiestan sensibilidad social en sus obras– suele modelarse con resina, que es el material dominante. Evidentemente, no tiene la misma fuerza que cuando se trabaja la piedra o la madera para “liberar” una forma, la escultura carece de originalidad y parece más un estudio de taller, aunque no debemos generalizar esta observación.

Así,  el primer premio, atribuido a  Nelson Vásquez, sobresale con su expresionismo y sus personajes a la Saura, reciclando hierros viejos y objetos domésticos, combinando el “ready made” con amarres, policromando, retorciendo, ordenando… Una buena realización lúdica, que nutre la curiosidad para el futuro.

Los otros dos premios han sido otorgados a artistas jóvenes,  ya reconocidos y polifacéticos en sus respectivas expresiones plásticas, que además testimonian su cultura artística… Fermín Ceballos, en un trabajo de extrema pulcritud, produce una investigación plural –forma, volumen, espacio–, a partir de la soga, agregando el efecto duplicador del espejo y de una escritura ligera. Concepto y factura se unen.

Wali Vidal, de porvenir abierto, nos seduce con su impecable torta de barquitos, de colocación piramidal, combinando el plástico y la cerámica, obviamente inspirada por los astilleros navales del cubano Kcho, lo que  a la vez le favorece y le perjudica…

La vertiente dramática, o humorística, satírica u onírica, anima a varias esculturas (figurativas o abstractas) que no cosecharon galardones –no se había previsto dar menciones–, pero revelan inteligentemente una síntesis de dinamismo y equilibrio, una preocupación ideológica, un uso de materiales distintos, referentes a la actualidad: neumáticos, elementos electrónicos, metáfora de armas, reciclado de diferentes artefactos y sustancias. ¡Hasta el cartón instrumentó  una pieza constructivista! Algunos de los autores ya habían hecho sus pruebas anteriormente, quedan muchos otros por confirmar… salvo excepción, una obra no basta.

En síntesis, el Concurso Nacional de Escultura Luichy Martínez Richiez, una excelente iniciativa de la Embajada de Francia, ha conseguido una participación cuantiosa , trabajos notables, y el testimonio de que una inquieta escultura dominicana sigue vigente. ¡Que se multipliquen los incentivos!

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Premios

El primer premio, que corresponde a la Embajada de Francia, consiste en un viaje y una estadía en París, que será de mucho provecho para el ganador. El segundo y el tercero, con 75,000 pesos cada uno,  patrocinados por empresas importantes, son estímulos valiosos y también premios de adquisición. Arriba: obra de  Wali Vidal.

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