¿Por qué México, el mayor productor de lima o limón, también tiene las limas más caras del mundo? Los capos del delito tienen la respuesta.
Los gángsters de México están exprimiendo a los productores de lima y nadie parece estar haciendo nada al respecto. El chanchullo es así: en las propiedades donde se cultiva la lima, los delincuentes bloquean las rutas y luego hacen chantaje cobrando un arancel por cada camión de limas que dejan pasar.
La alternativa para los productores de lima es simple –pueden pagar o los matan. Aquellos que son lo bastante inteligentes como para pagar trasladan el “impuesto” a la cadena de abastecimiento hasta que llega a los consumidores.
Los precios de la lima han aumentado más de 200 por ciento desde diciembre, hasta 80 pesos (US$6.10) el kilo, más que el salario mínimo diario de México. Las limas solas fueron responsables de un tercio del aumento del índice de precios al consumidor el mes pasado.
La crisis de la lima no es un chiste en un país donde esta fruta cítrica es un condimento tan popular que está clasificada como el equivalente de la mayonesa en los Estados Unidos.
Los mexicanos no lo admiten, mencionando otras razones para los precios más altos. Algunos culpan a la plaga del “dragón amarillo” por afectar los cultivos el año pasado. Otros responsabilizan a las lluvias intensas y a intermediarios codiciosos. Sin duda estos factores inciden, pero la verdadera plaga en el estado de Michoacán –donde se cultiva la mayor cantidad de lima- ha sido el delito descontrolado. Para los que no están enterados, Michoacán es un estado en el centro oeste de México dominado por los carteles de la droga y las fuerzas paramilitares –al punto que el gobierno federal tuvo que enviar un pelotón en enero para rescatar al estado de la anarquía.
Rentables. El hecho de que los carteles delictivos mexicanos estén adquiriendo fuerza en el negocio de la lima no debería sorprender.
Las organizaciones delictivas de México en este momento están ramificándose fuera del tráfico de narcóticos, coqueteando con todo, desde el contrabando de mineral de hierro hasta la extorsión de empresas e individuos.
Casi todas las empresas se vuelven inmediatamente rentables si involucran sostener un arma contra la cabeza de alguien. Los mexicanos que minimizan la violencia de los carteles como algo que les pasa a otros que viven lejos, deberían chequear el precio de su próxima margarita –o el sabor, ya que también la calidad está bajando.
El 26 de marzo, los productores de lima de Michoacán dijeron que fijarán el precio en 12 pesos y aumentarán la producción. Es difícil saber si esto cambiará algo en los precios para los consumidores dado que probablemente los transportistas tengan que pagar a las bandas criminales.
El procurador federal del Consumidor de México prometió juzgar penalmente a toda persona que sea hallada culpable de acopiar limas. Además, el gobierno prometió vender limas a precios asequibles a través de Diconsa, una cadena estatal de almacenes comunitarios. Esto tal vez genere un alivio a corto plazo para los mexicanos de bajos ingresos pero no es una solución sostenible mientras los agentes de la ley no tomen medidas enérgicas contra los delincuentes.
El robo de lima en México deja una lección amarga para aprender. México no ha podido controlar el crecimiento de sus sindicatos del crimen organizado, que ahora están infiltrándose en la vida diaria y el comercio. ¿El resultado? En México, el crimen paga y todos los mexicanos cargan con la factura.