RHINA ESPAILLAT
Una vegana de la diáspora laureada en EU que
publicó su primera obra a los 60 años de edad

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POR ÁNGELA PEÑA
Era una niña cuando debió abandonar La Vega porque su padre, Homero Espaillat Brache, fue un perseguido del régimen trujillista desde que su tío, Rafael Brache, escribió una carta al tirano oponiéndose a la matanza de haitianos en 1937. Ambos trabajaban en la embajada dominicana en Nueva York y desde entonces pasaron a la categoría de exiliados políticos, enemigos de la Patria. Descendieron a ejercer oficios de obreros.

Rhina Espaillat, convertida hoy en escritora laureada en los Estados Unidos, no olvida, a pesar de contar entonces con sólo cinco años de edad, el fugaz retorno a República Dominicana junto a su madre, Dulce María Batista de Espaillat, que vino a ver a su familia por última vez, a buscar su maquina de coser y a entregar a la pequeña a Polincita Brache de Espaillat, «Mamá Pincha», la abuela paterna que le inspiró sus primeros versos cuando ella no sabía leer ni escribir, y la contagió con su poesía nunca publicada, sus amistades que comentaban libros, tocaban guitarra, piano, y sobre todo, recitaban versos.

«Vi que la gente grande gozaba lo que hacía y decía: Ay, Mamá Pincha, escríbeme esto, escríbeme aquello, tonterías de niño, pero ella me daba mucho aliento», cuenta la poetisa, narradora, educadora, filósofa, lingüista, bióloga, zoóloga, traductora y activa promotora de la cultura y del escritor nativo.

Su parentela dominicana la llama «Rhinita», para diferenciarla de su tía Rhina Espaillat Brache que también fue para ella influencia artística y pedagógica con su primera escuela de ballet y el primer colegio Montessori, y otra segunda madre cuando el desafuero trujillista la separó de sus padres. La Vega está presente en sus breves recuerdos de infancia de dos años pues se marchó cuando contaba siete, en 1939, con una amiga de la familia,  Ligia Cabral. «Al llegar a New York no recordaba la cara de mi padre, me sorprendí tanto de verlo otra vez. Me hizo falta la gente que había dejado en el país, siempre, durante la juventud, me hacía falta alguien: mis familiares y mis padres, mi familia, que era muy grande», cuenta en español perfecto, sin acento, a pesar de los años residiendo en Estados Unidos. Es que don Homero no la dejaba hablar inglés en casa. «Yo venía de la escuela y quería hacer cuentos en inglés, decir lo que había aprendido, y mi papá, que era férreo en cuanto a eso me decía: no, mi hijita, dímelo en castellano. Tradúcelo en tu mente y dímelo en castellano, y me obligaba, me resentía porque al principio quería expresarme rápidamente, pero ahora le agradezco infinitamente, porque me guardó mi primer idioma».

Rhina estuvo en el país el pasado mes de abril para recibir el homenaje de una calle con su nombre en la Plaza de la Cultura, durante la Décima Feria Internacional del Libro en la que intercambió activamente con estudiantes e intelectuales y puso en circulación un libro de cuentos: «El olor de la memoria/ The scent of memory», en inglés y español. Le acompañaba su esposo Alfred Moscowitz, norteamericano descendiente de rumanos-judíos nacido en Bronx, que es escultor, pintor y fue maestro de artes manuales.

Verano casi perfecto

Tierna, dulce, nostálgica, Rhina tiene la calidez y el afecto espontáneo de los veganos. Primos, tíos, abuelos, están presentes en sus relatos impregnados de melancolía. En 1947 volvió a reencontrarse con lo que ella denomina «el Brachaje»: los Brache Espaillat, Delgado Brache, Despradel Brache y los Batista de Jarabacoa. «Le habían escrito a mis padres que las dos abuelitas estaban muy viejas y querían ver la nieta, mis padres lo discutieron mucho, pero fue tanta la presión de la familia que me mandaron. Pasé un verano divino en La Vega, me trajeron cuatro serenatas, bailes, primos atentos, ver a mis primas otra vez fue una gloria». La recibieron como «la americana», después de ocho años.

El verano, sin embargo, no fue tan perfecto, a Rhina le retuvieron el pasaporte, que recobró gracias a las gestiones de su tío-abuelo Elías Brache, que debió ir personalmente donde el dictador. «Después de eso quedé asustada y mis padres, naturalmente, se negaron completamente a dejarme volver mientras existiera la dictadura. No volví hasta después de la muerte del dictador».

Revelación literaria

Rhina Polonia hizo sus estudios elementales en las escuelas públicas de la ciudad de New York, lo que considera el regalo más grande de su vida porque se le ofrecía educación gratuita. Después del bachillerato cursó una licenciatura en Artes, de Hunter College y una maestría en Pedagogía en Queens College. Estudió literatura, literatura mundial, literatura inglesa, materia que enseñó durante 15 años. También latín, francés, español avanzado, literatura en español y ciencias. Ofrece charlas y talleres en universidades norteamericanas.

Su brillante y reconocida carrera intelectual se inició cuando su profesora Catherine Haydon Jacobs, «Miss Jones», descubrió sus poesías y las mandó a la revista «The Ladies Journal». «No me sentía poetisa ni mucho menos, pero ella creyó que valía la pena, las  aceptaron. Cuando me lo dijeron quedé con la boca abierta, fue ella quien, en realidad, comenzó mi carrera». La maestra también la presentó a «Poetry Society of America», fue la persona más joven que ellos iniciaron. Aún es miembro.

A pesar de que su primer libro fue impreso cuando ella tenía 60 años, por un editor deslumbrado con sus escritos, la sensible dominicana publicaba trabajos en revistas y antologías, en inglés. «Escribía en español, pero en esa época no tuve valor suficiente para mandar versos en castellano a ninguna parte porque me sentía como que no tenía derecho, ya que no vivía en el medio, sentía que mi dominio de esa lengua era inferior, no quise hacerlo, me parecía un atrevimiento».

A su primer obra, «Lapsing to grace», siguieron «Where horizons go», Premio T. S. Eliot Prize, en 1998; «Rehearsing absence», Premio Richard Wilbur Award; «The shadow I dress in», Premio Stanzas Prize; «Mundo y palabra» / «The world & the word»; «The story-teller’s Hour»; «Playing at Stillness», Premio National Poetry Book Award, entre otros.

De su producción se dice que es de fácil comprensión, hermética, para un público con cierta educación, y que es muy humana. Celebran su buen uso de la métrica, la rima, las herramientas del poeta.

La amable y fina dama es creadora de tertulias como «Fresh Meadows Poets» y «Power River Poets», que congrega poetas en Manhattan, Queens, Massachussets, Lawrence, donde los autores leen en inglés y español «como puente entre los dos idiomas».

Rhina Polonia nació el 20 de enero de 1932. Conoció a Alfred en noviembre de 1951 y casaron el 28 de junio de 1952. Son los padres de Philip, Warren y Gastón Dubois.

Don Homero Espaillat Brache presentía su muerte cuando se vio afectado de cáncer en el cerebro y quiso venir a terminar sus días en su natal La Vega, donde está sepultado. Doña Dulce le sobrevivió hasta 1994, el alzheimer fue consumiéndola. «Muchos de mis poemas tienen que ver con el alzheimer de mamá. Tengo sus cenizas en casa y todas las noches al acostarme le digo: «Buenas noches, mamá».

Del padre admiraba la gran cultura. «Leía constantemente, me ponía libros en las manos: Santos Chocano, Tabaré, Sor Juana Inés de la Cruz, Miguel Ángel Peguero, un dominicano que fue su amigo de infancia». De la madre destaca el arte que tenía para la costura. «Decían que tenía manos de seda».

La experiencia de casi una vida completa en los Estados Unidos permite a Rhina ofrecer infinidad de consejos útiles a los hispanos. Nunca se sintió discriminada, adora aquel país tanto como al suyo, tiene dos patrias, afirma, dos idiomas, dos familias, dos círculos de amistades. «Me puedo comunicar íntimamente con Pablo Neruda, Pedro Mir,  Walt Whitman, Emily Dickinson, eso quiere decir que mi mente es doble. En la escuela encontré gente que era como una familia universal: «los primeros chinos, japoneses, judíos,  todos habían venido a Nueva York por alguna clase de peligro: pobreza, persecución religiosa, política, de algo venían corriendo. Papá decía: ¿Ves? No somos los únicos que hemos perdido todo, esta gente ha perdido más, porque le han matado a  la familia».

Es propulsora del desarrollo humano, de que cada cual dirija su propio destino y no se deje recrear por deseos y prejuicios ajenos. Y es enemiga del spanglish. «No destrozar el idioma usando palabras en inglés, dentro del español, eso duele en el oído y en el alma. Que eviten el spanglish con pasión, no solamente le hace daño a nuestro idioma, que es lindísimo, sino también al inglés, porque lo hace impuro. Y le hace daño al individuo que, en vez de ser bilingüe, como tiene derecho, no es ni siquiera monolingüe, es mini lingue, es no lingüe, es cero lingue».

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