Rigoberta, bienvenida

Rigoberta, bienvenida

El mandato se acataba. Don Cuchito o Don Bienvenido, disponían y el trabajo comenzaba, sin excusas. Con entusiasmo y presión. Entonces había espacio en el periódico para desplegar el contenido de las entrevistas. El personaje podía hablar sin límites y luego aquello se reescribía con detalles y la publicación compensaba los desvelos.
Indispensable la complicidad del fotógrafo. Además de acompañar complicados trayectos, remediar el tedio de la espera, era testigo de desplantes y de fascinación. Tantos ilustres envalentonados, soberbios, tantos malcriados y sin el menor apego a las buenas costumbres. Ese desprecio para quien presumen súbdito. Bastaba escucharles para descubrir vanidad y miseria. Algunos, luego de la conversación, averiguaban quién entrevistaba y cuando descartaban la calidad de mercenario o comprobaban que el vicariato no existía, pretendían, con flores, compensar desaires.
La encomienda fue rápida y contundente: Rigoberta Menchú está aquí, sólo concederá una entrevista. Te espera en el hotel. La Premio Nobel -1992- pronunciaría una conferencia en el Seminario Internacional Periodismo y Democracia en América Latina, organizado por la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), la Asociación Nacional de Periodistas Profesionales (APP) y el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP).
La revisión comenzó en el vestíbulo del edificio. El equipo encargado de su seguridad, impresionante, molestoso. Está nadando, espere- fue el saludo-. Mientras nadaba, la piscina estuvo rodeada de unos gigantes con cara de pocos amigos. Terminó el ejercicio, le sirvieron Perrier en una copa, tomó y salió del agua. 15 minutos después, apareció. Durante la conversación, el bisbiseo constante y las advertencias permanentes de asistentes y cuidadores, entorpecían el encuentro. Déjele hablar. No preguntas, avisa una de las presentes.
La creadora de la Fundación que lleva su nombre, nacida en Chimel- Guatemala-, testigo de las atrocidades de la guerra más larga de Centroamérica, vivió un drama similar al de cientos de miles de compatriotas. Y denunció el horror. Perdió cuatro hermanos, su padre, líder cristiano, fue una de las víctimas del ataque perpetrado por el ejército, en la sede de la Embajada de España- enero 1980-. Su madre, secuestrada, violada, torturada.
Rigoberta escogió México como refugio. La periodista Elizabeth Burgos, acoge y organiza, el testimonio de la embajadora de buena voluntad de la UNESCO y publica: “Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia”-1983-. Su historia recorre el planeta y Menchú se convierte en leyenda. En 1998, el antropólogo David Stoll desmiente la historia de la indígena católica, The New York Times divulga la especie. Le pregunto si conoce el trabajo, reacciona: “Eso yo no lo contesto. Yo tengo derecho a mi memoria. Se trata del odioso revisionismo histórico, eso se usó con los judíos en el holocausto, yo no contesto eso…”.
Declara que reivindica la ética en el trabajo de acuerdo a la especialidad: “la especialidad mía es ser sobreviviente del genocidio en Guatemala y me siento orgullosa y he cumplido esa misión.” Reafirma su condición de maya y autodidacta. “Yo tengo 17 Doctorados Honoris Causa- hasta la fecha – y a pesar de eso no puedo ejercer ninguna profesión en mi país porque no tengo un cartón que dice que me senté en la escuela. Yo tengo sabiduría pero no tengo respaldo académico.” A pesar de los límites impuestos, habló. De manera inesperada decidió concluir. Me quejo. “Busque mi página en internet. Creo en la tecnología. Cargo siempre con mi computadora.”
En el año 2007, dos años después de la entrevista, el símbolo de organismos internacionales decidió optar por la presidencia. Aceptó ser la candidata de “Encuentro por Guatemala.” La III Cumbre Indígena no apoyó su candidatura. El 40% de la población guatemalteca es de origen maya. La hija del mártir Vicente Menchú, que vistió con huipiles a la progresía europea, no recibió el favor electoral de su etnia. Obtuvo un 3% de los votos. Insistió en las elecciones del 2011. Quedó en sexto lugar. De nuevo en el país. Siempre bienvenida, esta mujer universal. Conocerla, un privilegio, entrevistarla una decepción.

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