Roberto Basilio Perdomo, un gran maestro y revolucionario olvidado

Roberto Basilio Perdomo, un gran maestro y revolucionario olvidado

Fue un heroico revolucionario al que el presidente Francisco Alberto Caamaño designó Jefe de la Policía Constitucionalista y decidido opositor a la tiranía trujillista. Hombre sensible, defendía en la justicia a personas pobres cuando aún no se había graduado de abogado. Era un ferviente maestro que dejó huérfanos no solo a sus hijos sino al colegio que fundó en el ensanche La Fe, de Santo Domingo.
A pesar de que su muerte fue trágica y durante días condenada en la prensa de 1967, Roberto Basilio Perdomo, asesinado por la espalda junto a su chofer Fabio de Jesús Garcés Carrasco, no es muy recordado. Es probable que las causas del crimen no hayan sido esclarecidas. Entonces se atribuyeron a la persecución balaguerista contra los líderes del movimiento insurreccional de abril del año 1965.
El Ayuntamiento del Distrito Nacional designó una calle con su nombre pero como tantas otras, la resolución no fue ejecutada. El mártir no ha recibido ningún reconocimiento por sus luchas y aportes en los ámbitos sociales, culturales y políticos.
Los datos que se ofrecen son los que se publicaron en los periódicos.
Al “Doctor Perdomo”, como le llamaban porque asistía a muchos tribunales en sus medios de defensa, lo vieron con vida por última vez el 10 de mayo cuando salió de su casa.
Su madre, Isidora Perdomo, residía en la Juan Erazo 272, donde velaron el cadáver de su hijo. La casa fue cubierta con banderas dominicanas.
El asesinato. Roberto Basilio fue acribillado de cinco balazos disparados desde el interior de su vehículo, según versión del Escuadrón contra Homicidios; y su acompañante, de siete. Fueron muertos dentro del mismo carro placa 0-2038, en la parte delantera. Se encontraron casquillos calibre 45 y gran cantidad de sangre. El coche fue localizado en la carretera que conducía a Arroyo Hondo.
A Perdomo, de 40 años, lo acusaban de ser “comunista”. Era miembro directivo del Partido Revolucionario Dominicano (PRD). De Garcés Carrasco, de 20 años, quien conducía, se dijo que estaba emparentado con un alto dirigente de esa agrupación.
El combatiente era un ser humano sensible que gozaba del aprecio general por las obras sociales que realizaba y sus luchas por la democracia iniciadas desde que los fundadores del PRD llegaron desde el exilio antitrujillista.
Dirigía los comités de las organizaciones barriales de la organización en Villa Juana y Villas Agrícolas.
Hijo de Tomás Basilio y de Isidora Perdomo, era padre de cinco hijos, tres hembras y dos varones. No se localizaron parientes. Consultados algunos constitucionalistas, dijeron no recordar a Roberto Basilio. Tampoco el hecho.
La disposición edilicia nombrando una calle con su nombre dice que era fundador del colegio “Fray Luis de León” que al parecer dejó de funcionar.
El atentado contra el patriota se produjo el 10 de mayo de 1967 en momentos en que se recrudecían los atropellos balagueristas. El día que se publicó la información de su muerte, El Nacional escribió en un recuadro:
“El Nacional ha sabido que se planea atentar contra la vida de los dueños y redactores de este diario, porque ya “después de la desaparición de Guido Gil y del intento de asesinato contra Casimiro Castro es “lo único que falta por hacer”.
“El Nacional responsabiliza al Gobierno de cuanto pueda sucederle a cualquiera de los servidores de Publicaciones ¡Ahora!, llámese como se llame, ocupe el puesto que ocupe y sea sensacional o no la noticia…”
La madre de Roberto. Los cadáveres de Perdomo y de Garcés fueron encontrados a la 1:15 de la madrugada. Cuando la policía dio cuenta del hallazgo hablaron Antonio Manuel Durán, concuñado de Perdomo, y en el concurrido entierro al que asistieron “indignados miembros del PRD”, habló su madre ante la tumba abierta del hijo. Expresó que no lloraba porque esperaba justicia para los matadores.
“Estoy contigo hasta el último momento. Te mataron hombres cobardes, pero nadie verá mis lágrimas porque lloro por dentro. Espero que llegue pronto la justicia para tus asesinos”. Los compañeros asistentes proclamaron: “¡Porque no tenían valor lo mataron a traición!”.
Isidora afirmó que patrullas mixtas del ejército y la policía “rondaban la casa de mi hijo y el domingo anterior retrataban mi casa creyendo que vivía conmigo”.
Se entonó el Himno a la Revolución, las banderas del liceo Juan Pablo Duarte y del Ayuntamiento fueron colocadas a media asta y protestaron organizaciones sindicales que culparon del homicidio a Joaquín Balaguer.
“Es parte de un macabro plan de genocidio en escala gradual concebido y preparado por sectores del gobierno contra los antitrujillistas, constitucionalistas y revolucionarios del pueblo”, manifestaron.
Máximo Lovatón Pittaluga, senador por el PRD, pronunció el panegírico haciendo llamados para luchar contra “una nueva tiranía”. Al acto fúnebre asistieron además representantes del 14 de Junio y de la Juventud Revolucionaria Dominicana.
El síndico del Distrito Nacional, Ramón Báez Acosta, demandó del Gobierno el esclarecimiento “de este nuevo crimen contra miembros del PRD”.
Roberto Basilio Perdomo nació en Guerra. Concluida la Revolución de Abril ocupó los cargos de subjefe de la Policía Técnica Judicial, creada por el gobierno provisional de Héctor García Godoy; fue alcaide de la Penitenciaría Nacional de La Victoria y de la cárcel pública de San Cristóbal. Al momento de su deceso se desempeñaba como maestro y jefe del departamento de Bienes Inmuebles del Ayuntamiento.
Era uno de los principales cuadros políticos del PRD en el ensanche La Fe, se anotó.
El personal del ADN suspendió sus labores en protesta por lo que calificó de “vil asesinato” de un funcionario y un obrero del organismo.
Un hijo de crianza de Roberto declaró que reiteradas veces la víctima había sido objeto de atentados a tiros de los cuales había escapado, supuestamente por su participación en la Guerra Civil de 1965.
La calle. El 2 de febrero de 1983 el Ayuntamiento del Distrito Nacional consideró que el profesor Roberto Basilio Perdomo “fue un apóstol de la enseñanza que dedicó su vida toda, hasta el momento mismo en que fue vilmente asesinado, a la formación de la juventud del ensanche “La Fe”, desde aquel reconocido centro que él bautizara con el nombre de “Fray Luis de León”.
También tomó en cuenta que este “se entregó por completo, antes y después de decapitada la oprobiosa tiranía de Trujillo, a las causas más justas y nobles del pueblo dominicano” y decidió designar con su nombre la antigua calle 29 del ensanche La Fe.

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