Rosalba Hernández, artista comprometida

Rosalba Hernández, artista comprometida

Marianne de Tolentino

La Alianza Francesa de Santo Domingo, en su sede del Centro de los Héroes, está incrementando la programación cultural hasta difundirla por una publicación, distribuida públicamente.

Es un hecho muy positivo, ya que la institución tiene por misión no solamente enseñar el idioma, sino realizar actividades de arte y cultura.

En ese contexto, las exposiciones son importantes, las de artistas dominicanos en particular, y la presente muestra de Rosalba Hernández, “Mi jardín cimarrón”, fortalece el testimonio de esta reactivación, cuantitativa y cualitativa, con una pintora y personalidad contemporánea, reconocida y premiada. Rosalba Hernández polifacética.

Joven y emprendedora, Rosalba Hernández comparte, con Iris Pérez, el Laboratorio Evolutivo de Arte Contemporáneo, situado frente a la Catedral y permanentemente abierto a todos. Ella codirige y planifica, coordina y administra este centro experimental, ya distinguido por la Asociación de Críticos de Arte.

Se trata, por cierto, de una vocación de servicio al arte: anteriormente y en su propio taller, la artista había organizado una exposición colectiva notable.

Cuando ella está en silencio y no expone, es por su entrega a un proyecto, generalmente valioso y valiente…

Un itinerario comprometido. Rosalba Hernández es una creadora comprometida que nunca hace arte por el arte, sino que aplica investigaciones y oficio a dibujos y pinturas, reflejando sus preocupaciones humanísticas y sociales, visión inquieta de la comunidad urbana esencialmente.

La considerábamos una “discípula” dominicana de Antonio Seguí, plasmando una ciudad de casitas apretadas, de población anónima tan apretada como su hábitat. Ella llevaba la problemática a un enfoque de panorama y ritmo, culminando casi en un pop-art abstracto, valga la contradicción…

Ese reporte de crisis mediante la línea y el color –no siempre– se estuvo radicalizando por la reflexión sobre cierto caos de Santo Domingo.

Las “Memorias de una Pasión”, necesariamente desagradables, focalizaron figuras extrañas y personajes grotescos, alienados por la marginalidad barrial y las condiciones paupérrimas de vida. Era una simbiosis de expresionismo y “arte bruto” (en el sentido de Dubuffet).

Ahora bien, Rosalba demuestra una sorprendente riqueza de repertorio, y la tragedia en cierne de los recursos naturales motiva las obras recientes: pintura premiada en concurso y, hoy, exposición en la Alianza Francesa.

De la naturaleza recobrada. En el Concurso pictórico de INAPA, -“El agua, fuente de vida”-, la figuración de Rosalba Hernández nuevamente colindaba con la abstracción, y esta hibridación le dio el máximo premio, por su técnica y mensaje, su sensibilidad e inteligencia, …camino “del infinito en un espejo de agua”.

Actualmente, ella cultiva su “Jardín cimarrón”, una cosecha de varios estudios y dos vastas telas, si así podemos llamar esta factura mixta en materiales y soporte. Por cierto, ambas obras, excelentes, están muy bien colocadas, una a la entrada, la otra al final de la galería de la Alianza.

La artista ha conservado su tratamiento plástico, hoy más singular aun, y obviamente no firma la paz con la agresión ecológica, plasmando ramas y follaje algo descarnados, y un paisajismo de cactus, la planta de resistencia por excelencia, ¡estructura y espinas siendo su medio de defensa!

Aquí, la dimensión (sur)real-simbólica del paisaje y naturaleza integra la identidad propia de una vida múltiple. Dentro de la arbolada, muy especial, encontramos a criaturas, artefactos, hasta un platillo volador, casi bocetados a línea… pero les percibimos y leemos el mensaje entre concienciación, humor y lirismo. ¡De nuevo, su lenguaje pictórico, que, una vez, calificamos como “dominio del dibujo” y “sinfonía de pinceladas y palpitaciones”, triunfa!

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