ROSALBA HERNÁNDEZ
¡Cronista de la pesadilla y el delirio!

ROSALBA HERNÁNDEZ <BR>¡Cronista de la pesadilla y el delirio!

Desde la noche del pasado miércoles 24 de julio, el Centro Cultural Mirador Santo Domingo, localizado en la avenida José Contreras #209, ensanche La Paz, mantiene abierta la más reciente exposición individual de Rosalba Hernández, titulada “Memorias de una Pasión”. La misma está integrada por una colección de pinturas y dibujos cuyos grados de síntesis estilística, vitalidad y fuerza expresiva, constituyen una “prueba” elocuente y fascinante del intenso y fructífero proceso evolutivo que transita su producción en la actualidad.

La base dibujística y la factura rigurosa del espacio pictórico se imponen con el mismo impacto de la temática que en los últimos años obsesiona a Rosalba Hernández: la pasmosa y alucinante visión de los barrios, arrabales y personajes populares de la  capital dominicana le aguijonea hasta el grado de llevarla a profundizar de manera sarcástica y brillante desde una “paisajística” de la contaminación visual, el absurdo, el caos, la “catástrofe” de la cotidianidad existencial, la marginalidad y el delirio, en el espacio “urbanoagrario” dominicano de la posmodernidad.

 En trabajos como los titulados  “Estudio de cabeza No. 14, el drama”, “Estudio de cabeza con armónica”, “Algo en cabeza de Mercedes”, “Estado neurales”, “Jazmín”, “El lado oscuro de Mercedes”, “Desapareciendo”, “Mujer híbrida”, “La Colillera”, “Muchacho buscador” y “Wendolyn”, accedemos a una inesperada y deliciosa crónica de la pesadilla citadina; a los pormenores de una pasión íntima que lleva a Rosalba Hernández a la entrega de estos apuntes facturados con rigor y desenfado como destellos de una relación tan directa como dramática con las atmósferas “enrarecidas” y los personajes “endémicos” e intemporales  de la Ciudad Colonial. En estas imágenes, la policromía exaltada se establece y se reafirma como las  mismas raíces políticas y socioeconómicas que determinan la razón de ser de unas tipologías humanas tan graciosas y desquiciantes como estremecedoras.

Pero, en otras pinturas como las tituladas “Estudio de cabeza No.11, borrándome”, “Origen  desconocido”, “Como de otro planeta, Jazmín”; “Mercedes cállate uno” y “Mercedes cállate dos”, la máxima supresión del color resulta admirable y efectiva. Entonces, mediante este recurso formal, la artista hace estallar toda la sugestión de lo acromático en unos espacios vertiginosamente  especulares  que nos remiten hacia los “centros marginales” de la ciudad y su “nonsense”. Ciudad sin límites. Ciudad imposible, habitada por una fantasmática de personajes, criaturas y seres tan depravados, “inofensivos” como bestialmente despojados de la más mínima esperanza. Ciudad de inefable arquitectura y máquinas destartaladas. Ciudad de “esquizias” y extravagancias. Ciudad de “pudriciones” y predatores de almas tan crudas como sofisticadas. Ciudad fetichizada de signos y rituales perpetuamente a la deriva.

En el texto de presentación de la muestra, el reconocido crítico de arte y curador Abil Peralta Agüero precisa lúcidamente: “Rosalba Hernández, en esta reciente exposición que nos presenta en las salas del Centro Cultural Mirador Santo Domingo, nos propone las nuevas credenciales de su carpeta iconográfica, en la que recupera la dignidad de la calle en sus personajes más vulnerables; no desde un levantamiento topográfico romanticista, líquido, digital, o satelital, sino desde una visión cargada de amor, fantasía y redención; haciéndolo como una sincera apuesta estético-crítica por la otra realidad, y por el alma más pura de ciudadanos y ciudadanas que, por lo menos en sus vibrantes telas, y en el rítmico gesto de sus trazos y pinceladas, alcanzan la respuesta y felicidad que no le dieron las complejidades y misterios de la verdadera razón de vivir”…

En efecto, en los trabajos mejor logrados de “Memorias de una Pasión”, la mirada pos- expresionista y neopop de Rosalba Hernández persiste fresca, lúdica, lúcida, provocadora e incisivamente crítica, mediante unos “virajes” metafóricos que estallan como penúltimos efectos visuales de una potencialidad imagética que opera y prolifera de manera esplendorosa, tanto a partir de su intrínseca polivalencia significativa como de la misma vitalidad de  sus delirantes y estremecedoras remisiones estético-simbólicas.

 

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