Rótulos, calcomanías y tatuajes:
adiós a la intimidad

Rótulos, calcomanías y tatuajes: <BR>adiós a la intimidad

POR ALEXIS PEÑA
La tragedia del hombre común.- Detrás del mito del hombre sin intimidad, instaurado por los ideólogos y promotores de la globalización, se oculta una pretención enfermiza: la subversión de los paradigmas de la cultura occidental y a la alienación del hombre común, expuesto a la soledad de una sociedad en deterioro, a la frialdad de su desvencijada vida cotidiana, y vulnerable a las implicaciones de su propia cultura, la que va quedando –como el concepto de identidad– reducida a un mero puñado de reminiscencias.

Y hoy más que nunca antes, a la constatación de varias realidades que terminan de profundizar su estado de desolación, y que conforman su psiquis: la violencia, como condición intrínseca del poder; la resignación, como la más valiosa virtud de los ciudadanos; la infinitud de la guerra; la inevitabilidad del dominio de los medios de comunicación; la arrogancia de la ciencia y la pervercidad de los políticos.

Con este paisaje lúgubre de fondo, y un poco aturdido por la velocidad del mundo “moderno”, el hombre común, que ha hecho conciencia de su indefensión, repasa una y otra vez sus posibles opciones; sus posibilidades, aunque pocas, de asirse a un tramo de salvación, del que está seguro no es posible en la realidad que conoce, pero que cree vale la pena gestar desde otra dimensión que él no sabe mombrar, pero cuyos recursos están a su alcance: el discurso.

Toda su valoración de la realidad cabe en una frase, en una imagen. También las estrategias para subvertirla en un proceso lingüístico asociado a su necesidad vital de reconocerse. ¿Qué otra cosa sino podría fraguarse en los textos e imágenes conque marca la ciudad y a sí mismo? ¿Es posible, por ejemplo, encontrar en las frases e imágenes que nos interpelan desde las paredes, los cristales de los vehículos y los cuerpos, algo distinto a las autobiografías de sus autores? ¿No son los grafitis, rótulos, calcomanías y tatuajes, el registro de la gran cruzada del hombre común por situarde ante sí mismo y los demás.

“COMUNICO, LUEGO EXISTO”

Los rótulos, así como las calcomanías que los vehículos exhiben en sus cristales y tableros, forman parte de un “circuito” de comunicación urbana en el que también podemos incluir a los grafitis y dibujos pintados en las paredes; y a los tatuajes. Los rótulos también abordan diferentes dimensiones de la existencia, tanto generales (“Nunca es tarde”; “Todo tiene su razón de ser”), y otras que se agotan en la cotidianidad (“Inconfundible”; “Como las Checón, ninguna”; “Santa Clara me guía”; “I love Yolany”; “Eternamente te quiero”).

También, otros temas, por ejemplo: Certezas: “Sólo Dios me impide ser feliz”; “Dios vendiga el patrón”. Economía: “Si no tienes nada, no opines”; “Dios mio, perdona a los envidiosos”; “Mira, sigo en paz con Dios”;  “Vive tu vida, no la mia. El hijo de papi”. Firmas: “La Sagrada”; “Perla”; “La Gaviota”; “Llegó el amor D’ Dios”;  “Amor de madre”. 

EL CONTRASTE

En ellos se mezclan el humor (“Si fueras mudo, serías una bella persona”) y la sobriedad (“Sin temor al hombre, sólo a Dios”); la lucidez (“Con Dios nadie puede”) y el desconcierto (“Cuándo llegará la felicidad”); lo profundo (“Todo tiene su razón de ser”) y lo superficial (“El Ferry I”); lo lúdico (“I love Yolany”) y lo melancólico (“¿Me estrañaste?”); lo permanente (“Eternamente te quiero”) y lo efímero (“Llegó Altagracia”)… A pesar de que la obviedad de estas frases es reconocible a primera vista, es en su selección en donde está el mérito de sus emisores, cuyo mensaje es aveces ampliado, precisado o simplemente puesto en entredicho por las calcomanías conque adornan sus tableros.

LAS CALCOMANÍAS:“SIN GRASA NO, ABUSADOR”

Las calcomanías aluden casi siempre al sexo, no desde una perspectiva educativa o denunciativa, sino más bien pornográfica. Así, encontramos algunas muy famosas en los 90, como en la que aparecen un hombre y una mujer dentro de una bañera, con un texto que reza: “Ahorre agua, bánese con una amiga”; o una pareja de cochinitos teniendo sexo anal, con el texto: “Haciendo tocineta”; o aquella en la que una tuerca corre despavorida tratando de ponerse a salvo de un tornillo que intenta penetrarla, con el texto: “Sin grasa no, abusador”; o una más moderna, la del niño orinando con los pantalones a “media asta” y haciendo una señal indecentísima con su dedito.

Las calcomanías están vinculadas a una dimensión lúdica y que tiene como nota característica una cierta conección entre lo colectivo y lo individual, vale decir, entre lo público (en cuanto a su aspecto discursivo)  y lo privado (en cuanto a la expresión individual de una cultura sexual). Por eso, su propósito principal consiste en la celebración de un hedonismo cuya manifestación individual no es suficiente.

RÓTULOS: LO LÚDICO “REGULAR Y SIN PLOMO”

El polvo y el calor de la ciudad gravitan como un manto sobre el asfalto; como un inmenso velo transparente a través del cual todo se transmuta, y cuya noción precisa de su espejismo no puede ser producto del azar o la constatación –necesidad de los novatos, su asombro reglamentario–, sino de un interminable viaje en el que la necesidad de respuestas cedió su lugar a la certeza de la veteranía.

TEMARIO

Como los grafitis, los rótulos abordan diferentes dimensiones de la existencia. Sin embargo, contrario a éstos, su sentido es casi siempre aforístico. Algunas frases consisten en proverbios tomados de la Biblia; otras son extrahídas del refranero popular; y otras, la mayoría, son creaciones de sus autores. Un número considerable aborda temas morales (la envidia, la crítica, la intromisión), religiosos (amor y temor a Dios; su supremacía sobre lo humano, y su determimación –contrariando al libre albedrío– sobre los asuntos terrenales), filosóficos, laborales… Su colorido es antojadizo y parece estar determinado –así como el contenido y la extensión de muchos– a las posibilidades de sus proveedores, pues en algunos casos son ilegibles debido a la intensidad de su color; al contraste con el color del fondo del cristal; al tamaño de las letras o a la tipografía.

En estas frases, lo aparentemente superficial, en algunos casos, y lo profundo, en otros, no es una casualidad; su sentido y su forma responden a la desmitificación de otro mito actual: el de que la vida cotidiana es sólo un mar de complejidades y que por tanto sólo debemos ocuparnos de los temas “serios”. Sin embargo, un rasgo distintivo de la cotidianidad es su conjugación de lo simple y lo complejo; Por eso, cualquier análisis al respecto dede incorporar lo esencial y lo anecdótico; lo permanente y lo efímero; al fin y al cabo, todos estos contrastes son también los contrastes del hombre. Talvez, conciente de ello, la poeta y novelista dominicana Martha Rivera, escribió en su novela He olvidado tu nombre una frase digna del cristal de cualquier guaguita “voladora” que se respete: “Si todo fuera trascendental, el mundo sería una mierda”.

TATUAJES: “Y LA IMAGEN SE HIZO CARNE”

Los tatuajes constituyen una manifestación comunicativa mucho más cerrada, podríamos decir íntima, en la que el mensaje es más visual que verbal, y su intención comunicante no es una situación en particular, sino más bien la  promoción del estilo de vida de sus portadores, ya que éstos, igual que los rótulos –y debido a la destreza técnica y a las implicaciones que supone su realización– no son sus ejecutantes, sino más bien “instrumentos” del proceso.

A través de la palabra el hombre inicia su acercamiento a los demás aparejado a un discernimiento que en lo adelante derivará en un complejo sistema de relación cuya comprensión nunca alcanzará, y en cuyo tinglado dejará la vida. El cuerpo, sin embargo –en cuanto que realidad comunicacional en la que el gesto remite a una multiplicidad de mensajes– precede a la palabra, es una relación que está allí, latente, pero que aún no se manifiesta.

De esta manera, la palabra opera como un mecanismo mediante el cual el hombre intuye el universo y toma poseción de él, en un proceso en el que “deja de ser un ente entre entes, para transformarse en su habitante” (Leopoldo Zea, La filosofía americana como filosofía sin más, p.9. Siglo XXI Editores, México, 1969).

Se trata no sólo de una búsqueda de diferenciación de los demás, sino también, de un deseo imperioso de lograr la disolución de todo cuanto existe, a los fines de recomponerlo todo según sus propias reglas, y las que están en función de un solo propósito: hacerse de una historia personal.

Esta relación cuerpo-imagen alude a otros elementos de carácter simbólico y de comprensión de la realidad, como son la transgresión total y definitiva de un valor de la sociedad muy importantitazado: el pudor. Los autores de Tribus Urbanas se refieren a esta disposición de mostrarse –” trasn-parentarse” le llaman ellos– como un valor preponderante en la sociedad actual: La sociedad contemporánea, más que todas las que la  han precedido, parece obsesionada por la idea de  verlo y/o mostrarlo todo, de transformar el mundo en algo literalmente transparente (Pere-Oriol Costa y otros:  Tribus Urbanas. El ansía de identidad juvenil: entre el culto a la imagen y la autoafirnación a través de la violencia, p.50. Paidós, Barcelona, 1997).

Desde esta óptica, cada tatuaje es, además de un producto cultural vinculado a la resistencia, una apuesta por el establecimiento de una moral más abierta, más plural, o mejor aún, individual, vale decir también “a la carta”.

ALEXIS PEÑA

(Santo Domingo, 1967). Es licenciado en Conservación del Medio Ambiente y los Recursos Naturales (Universidad Experimental Félix Adam –UNEFA), con un posgrado en Administración de los Servicios Culturales (Universidad Autónoma de Santo Domingo –UASD). Es escritor y guionista de videos educativos.

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