Rumbo al nuevo Plan Decenal de Educación

Rumbo al nuevo Plan Decenal de Educación

 FAUSTO MOTA GARCÍA
La nación está justamente en los albores de una experiencia que conduce a la elaboración de un nuevo Plan Decenal de Educación referido al período correspondiente a la década 2007-2017. Las expectativas están cifradas en el cumplimiento que emana del Congreso del Foro Presidencial por la Excelencia de la Educación Dominicana, y que fue la coronación de un proceso de consultas y consenso con las más importantes y legítimas autoridades, organizaciones y personalidades de la vida nacional.

 El punto de partida, naturalmente, es el gran diagnóstico nacional que sobre nuestra realidad educativa, se recogió en las amplias consultas nacionales que durante dos años se produjeron en todo el territorio nacional, en mesas de trabajo reflexivas con la participación de los tres subsectores del sistema educativo. En ese contexto es necesario formular un instrumento de trabajo que defina un decálogo contentivo de las grandes líneas generales que servirán de brújula para dar la direccionalidad correspondiente.

La metodología de abordaje es un aspecto relevante para su concretización, la cual deberá sustentarse en una discusión franca y participativa en una atmósfera con un alto nivel de democracia que posibilite elegir una adecuada manera del montaje metodológico. Estamos conminados a aprender de la experiencia, en el entendido que la gente sólo se apropia de planes e iniciativas cuando se siente protagonista de su proceso constitutivo, cuando percibe que fue tomada en cuenta como sujeto activo y tratada sin manipulación, con el debido respeto y consideración para la toma de decisiones.

En la tarea de estructurar las líneas del Plan, sus indicadores, la pertinencia y su correspondiente plataforma de aplicabilidad debemos valernos de los mejores recursos humanos del sector público y privado del país, así como de expertos internacionales para producir una amalgama de capacidades, visiones, buenas disposiciones y competencias innovadoras que permitan trabajar con los tres subsectores educativos para generar una gran documentación que perfile claramente las acciones requeribles, posibles, y así superar las circunstancias que coartan el logro de los estándares de calidad anhelados. Ahora se cuenta como beneficio, con las experiencias del Plan Decenal 92-2002, del Plan Estratégico de Desarrollo y otras iniciativas recientes del quehacer educativo. A partir de ellas se deben articular: sectores, políticas y voluntades con miras a formular un instrumento de trabajo renovador que responda satisfactoriamente a las demandas de la realidad nacional.

El momento instruye a recabar los insumos pertinentes como son, entre otros: Fortalezas y debilidades de los dos planes educativos, su evaluación, los programas de gobierno de los partidos políticos en las dos últimas décadas, el modelo de gestión actual de los centros educativos, la reingeniería diseñada en la Secretaría de Estado de Educación, los Objetivos de Desarrollo del Milenio, el más reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el enfoque sectorial, lecciones aprendidas en nuestro territorio y otras latitudes; y naturalmente, consulta de nueva bibliografía.

En la misma línea de acción, concomitantemente, avanzar para pactar un gran acuerdo sociopolítico, educativo, cultural y moral que produzca la sinergia para la transformación necesaria. El premio Nóbel de Literatura norteamericana Ernest Hemingway (1899-1961) repetía que el valor consiste en saber esconder el miedo. Poseo la convicción de que nada debe atemorizarnos pues, indudablemente, estamos en el camino correcto para trabajar con optimismo en la tarea altruista de construir un proyecto de nación que se sustente en una educación de calidad.

La apuesta es por la educación, la niñez, la juventud, la eficacia, la eficiencia, la competencia, los valores, la paz, el progreso, la equidad y la justicia. Caminemos y avancemos a esta acción significativa, y elaboremos el Plan Decenal de Educación 2007-2017. Cumplir con este mandato es renovar la esperanza y la fe, y fundamentalmente plantar la zapata para transformar nuestra política educativa de gobierno en una política de Estado que dé continuidad a las cosas definidas y pactadas, y propicie el tránsito hacia un sendero diferente en el que crezca a plenitud la democracia real, la solidaridad y la justicia social.

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